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Cuando me despierto, son las 8 de la mañana, me baño y cambio, como seguro están todos durmiendo me pongo a ordenar
mi agenda para los eventos de los siguientes días.

Reviso mis redes sociales y dejo Twitter para el último, cuando entro veo todos los tweets pero no entiendo nada, hasta que encuentro el de una revista conocida de Argentina.

Entro a la página y veo una foto de Paulo con Oriana en una fiesta, listo, se acabó todo.

Comienzo a guardar todas mis cosas rápido, prendo la notebook y saco los pasajes para ir a Barcelona a ver a mi hermano. Salgo del cuarto y voy a la habitación de Dolo.

La despierto y me mira preocupada cuando ve que estoy llorando.

–¿Que pasó Agus?– no puedo hablar porque tengo un nudo en la garganta–. Hablame que me estoy preocupando.

Le paso mi celular con la noticia abierta, cuando termina de leer, deja el celular en la cama y me abraza.

–Ayer le pregunté y me dijo que confíe en él mirándome a la cara Dolo, y me mintió– me seco las lágrimas separándome de ella.

–Estas temblando gorda, ¿te sentís bien?– asiento.

–¿Sabes lo que más me duele? que no haya sido capaz de decirme "che flaca ya no me gustas más, mejor terminemos todo acá". Directamente se fue a meter con la otra.

–¿Que vas a hacer?– me agarro de la cabeza  porque me empieza a dolor.

–Me voy a ir, saqué pasajes, el vuelo sale en dos horas.

–¿Querés que te lleve?– niego.

–No quiero molestar a nadie, puedo pedir un uber.

–Te llevo yo Agus, y no molestas. Perdón por lo de mi tío, es un pelotudo.

–Vos no me tenés que pedir perdón, y tampoco tenés la culpa de nada. Voy a tomar una pastilla y a bajar mis cosas.

–Esperame que me cambio, así te llevo– salgo de la habitación sin hacer ruido y entro a la mía.

Bajo mis cosas y las subo en el baúl del auto y espero a mi amiga.

–¿Estás segura que no queres hablar con el primero?–pregunta Dolores parando en un semáforo–. Mira que podemos volver.

–Lo que menos tengo ganas de hacer es hablar con él, solo quiero paz por unos días y ver a mi familia.

–Esta bien, y ¿sobre el embarazo?– la miro mientras ella conduce.

–No sé, espero que no sea nada porque no estoy preparada en estos momentos. Por favor no se lo digas a nadie.

–No le voy a decir a nadie, vos tranquila– apoyo mi cabeza en el respaldo del asiento y cierro los ojos suspirando para no volver a llorar.

Después de cuarenta minutos llegamos al aeropuerto, me pongo lentes de sol porque tengo los ojos rojos y no quiero que nadie se de cuenta o me saque fotos.
Como todavía falta tiempo para embarcar y no desayunamos, entramos a una cafetería.

–No tengo hambre, tengo un nudo en la garganta– digo y Dolo me mira mal.

–Tenes que comer igual, mirá si te pasa algo en el avión por no comer.

(...)

Llaman a mi vuelo, como la valija ya fue despachada, solo agarro mi mochila.

–¿Entre nosotras no va a pasar nada no? porque no quiero que por culpa de Paulo nos llevemos mal– niego abrazándola.

–Mira si por un pibe me voy a separar de mi amiga– sonríe–. Aparte sabes que nunca te haría elegir entre ambos.

–¿Que le digo a Paulo? me va a preguntar a donde fuiste.

–Decile que me enteré, igual se va a dar cuenta porque Twitter es un quilombo. Y que me fui a Barcelona corta.

Nos despedimos y subo a mi vuelo, dejo mi mochila a un lado y me acomodo para dormir y así evitar llorar todo el viaje.


Together | Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora