Together | Paulo Dybala

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Estamos de camino a Italia, luego de dos semanas de vacaciones en Grecia, era momento de volver.

Paulo tiene que volver a concentrar en unos días y yo me voy a los ángeles por trabajo.

-Sí todo sale bien, vuelvo antes de mi cumpleaños- digo mientras me acomodo en el asiento-. Seguro que a fines de febrero.

-Podemos organizar algo para tu cumpleaños- sugiere Paulo, asiento.

-Sí, algo tranquilo, después vemos si en Barcelona o Italia.

-¿Cuando sale tu vuelo a Los Angeles?- pregunta.

-En dos días, el miércoles, ¿vos cuando empezás a concentrar?

-Un día después de que te vayas- una de las azafatas se acerca a nosotros y nos da la cena.

-Gracias- ella asiente sonriendo y se va.

-Entonces tenemos dos días más de vacaciones, podemos salir a algún lado, antes de que los dos volvamos a trabajar.

-Sí, después vemos a que lugar.

(...)

Llegamos a la casa de Paulo en Milán a media noche. El vuelo fue cansador así que simplemente tomamos una ducha y nos acostamos a ver Netflix.

-¿Pudiste ver a donde te vas a quedar por estos dos meses?- Paulo me pregunta.

-Cómo no voy a estar dos meses en un hotel, alquilé un departamento, todo esta listo, solo tengo que firmar el contrato cuando llegue allá.

-Te voy a extrañar ¿sabes?- asiento mientras lo miro.

-Yo también, si tengo algunos días libres voy a venir a verte a los partidos, igual no te prometo nada. ¿De la selección no dijeron nada?

-Todavía no, igual falta para la Copa América y de amistosos no se hablo nada- se acuesta sobre mi pecho y yo acaricio su cabeza.

-Tengo ganas de comer helado- digo.

-Gorda son las dos de la madrugada, está todo cerrado- se acuesta sobre su codo y me mira, hago puchero. Mañana compramos.

-Te amo- le doy un beso.

-Me amas sólo cuando te compro helado.

-Bueno, por eso también- nos reímos.

Dybala se sube a horcajadas y me da un beso, acomodo su cabello que cae por su cara y después pongo mis manos en su cuello, viendo sus ojos verdes.

-¿No estabas cansado?- niega y sonríe.

-Se me acaba de ir el sueño- deja un camino de besos de mi mandíbula hasta mi cuello y después sigue hasta llegar a mi abdomen.

Levanta la camiseta que uso para dormir y yo termino por sacarla, quedando sólo en ropa interior. Paulo hace lo mismo con la suya y me vuelve a besar. Lleva sus manos a mi ropa interior y termina por dejarlas caer a un lado

Nos acomodamos, quedando él entre mis piernas. Siento su miembro en mi entrepierna y sin querer le muerdo el labio, Paulo gime y presiona mi cuerpo contra el suyo, robándome un pequeño gemido que queda atrapado en su boca.

Llevo una de mis manos al elástico de su bóxer  para bajarlo, pero me interrumpe levantándose dejándolos caer al suelo, de paso sacando un preservativo de la mesa de luz al lado de la cama.  Vuelve a cernirse sobre mi, besándome lentamente.

Después se separa para poder respirar, miro sus labios completamente rojos por los besos, y sonrío, los míos deben estar igual. Se hecha para atrás, y con sus manos abre el preservativo y se lo pone. 

Se acomoda entre mis piernas volviendo su boca a la mía, penetrándome, cierro los ojos, y un gemido se escapa de sus labios cuando arqueo mi espalda, pegando mi cuerpo al suyo. Paulo acelera sus movimientos y yo me muerdo los labios para no hacer tanto ruido.

A los minutos puedo sentir el orgasmo venir, llevo mis manos a su espalda rasguñando su piel. Él deja besos cortos por toda mi cara y luego vuelve a mis labios. Paulo gime conmigo y sus movimientos se vuelven torpes y más rápidos. Los dos nos venimos y él cae sobre mi.

Nuestras respiraciones son aceleradas y hacen eco por toda la habitación. Nos damos un beso lento y calmado, Paulo usa sus manos para levantarse, saliendo de mi, toma el preservativo y lo lanza al tacho de la basura de la habitación. Y se acuesta a mi lado.

-Ahora si estoy cansado- nos reímos y me acuesto sobre su pecho, él rodeando con su brazo mi cintura.

-Dios, te amo- deja un beso en mi coronilla, cierro los ojos cansada y me duermo.