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El avión aterriza en Turín, luego de terminar las cosas que tenía que hacer en Estados Unidos, hablé con Paulo y quedamos en vernos en Italia porque el tiene que seguir concentrando.

Guardo todas las cosas que ocupé durante el viaje en la mochila de mano, la computadora, los auriculares, y mi campera, me arreglo un poco la ropa y me dirijo a las puertas del avión.

Saludo a los tripulantes de cabina y les agradezco por el servicio, camino por el pasillo y luego busco mis maletas por la cinta.

Mi celular comienza a vibrar y atiendo la llamada sin fijarme quien es

-¿Hola?- pregunto.

-¿Ya bajaste del avión?- pregunta Paulo.

-Si, estoy buscando las maletas- respondo.

-Estoy en el estacionamiento, de la primera puerta, te espero- corta la llamada.

Busco la entrada principal, ya que el aeropuerto es un poco grande y todavía no me guío muy bien. Cuando la encuentro, salgo y veo el auto de Paulo estacionado y a él apoyado en la puerta.

Camino hacia él, tiene anteojos de sol puestos y una gorra, intento darle un beso pero corre la cara, y me da uno en la mejilla.

-Hola- me saluda y yo miro para otro lado evitando llorar, no tendría que haber venido, no ahora.

Abre el baúl, subo mis cosas y cierro la puerta, él rodea el auto y se sube en el asiento del conductor, hago lo mismo pero me siento en el asiento del copiloto.

-Tengo que ir a buscar unos papeles al club- me avisa y yo asiento.

El viaje es en silencio, solo suena la radio de fondo, reviso mi celular intentando no prestar atención porque se que si lo hago voy a llorar.  Le mando mensajes a Agus que me dijo que le avisé cuando aterricé.

Ya llegué gorda, acabo de aterrizar.

Bueno gordi, cuando quieras vení a casa hace mucho que no te vemos.

Te aviso, igual Paulo no me dió bola, así que seguro voy más tarde.

Peor que un nene de dos años, es un boludo.
Podés venir cuando quieras, vos avísame.

Te aviso entonces, gracias Agus.

El auto frena y estaciona en el estadío de la Juventus, Paulo me avisa que ya viene y asiento con la cabeza, sin mirarlo.

Luego de 20 minutos llegamos a la casa. Bajo mis cosas del auto y entramos, Paulo va directamente a la cocina y yo dejo las maletas a un lado.

El vuelo fue cansador así que subo a la habitación a buscar ropa limpia para bañarme. Siento pasos que se acercan, Dybala entra a la habitación y prende la TV.

-Me voy a bañar- aviso, asiente con la cabeza sin prestarme atención. Se me llenan los ojos de lágrimas y entro al baño. Esto es una mierda.

(...)

Evito cruzar miradas con Paulo, porque no quiero que vea que estuve llorando, y porque no me gusta verme débil delante de las personas.

Salgo de la habitación, y bajo por las escaleras, no quiero estar en el mismo lugar, es demasiado incómodo.

Son las siete de la tarde y no tengo ganas de hacer nada más que de dormir o irme a Barcelona a ver a mi hermano. Llamo a Lio porque no se que hacer.

Ya era hora que me llames.

Primero se dice hola, y vos también me podes llamar.

Estaba concentrando, perdón. ¿Ya estás en Italia? ¿Paulo?

Sí, hace como dos horas más o menos. ¿Cómo están los bebés?

Estamos por cenar, no me contestaste.

En su habitación.

¿No te habló?

No, ya no aguanto más, quiero irme. Los extraño demasiado.

¿Estás llorando? Dios lo voy a matar.
Sabes que cuando quieras podés venir, Thiago y Mateo te extrañan.

Veo la forma de ir en estos días, no quiero estar acá, tendría que haber ido a Barcelona.

No llores, me haces poner mal a mí, sabes que te amo ¿no?

Sí y yo a vos también.

Siento que Paulo baja las escaleras.

Te llamo después ¿bueno?

Bueno, los chicos te mandan saludos.

Decile que los amo y que voy en unos días, y le llevo regalos. Chau.

-¿Agus?- me seco las lágrimas y lo miro-. ¿Estás llorando?- se acerca y no aguanto más.

-No pasa nada, ya está- dejo el celular a un costado y miro hacia abajo- siento su peso a mi lado.

-Mirame eu- no lo hago y sigo mirando hacia otro lado-. Agus, dios mírame- siento la desesperación en su voz, así que lo miro y él me abraza.

-Soy un boludo, no me dí cuenta que estabas mal, perdón- me atrae más hacia su pecho.

-No sé que me pasa, la culpa también es mía- me suelta y yo me corro el cabello de la cara.

-La culpa es mía, fui un boludo, no estoy acostumbrado a tener una relación a distancia, perdón- asiento.

-Ya está, solo que me hace mal verte así de alejado, supongo que se me junto todo, hace semanas que no veo a mi familia ni a nadie, y a parte seguro que me está por venir y por eso estoy así de sensible- se ríe-. Dale boludo, no te rías.

-Perdón, yo también te extrañé- me atrae hacia él y me da un beso.

-¿Estamos bien?- asiente.

-Estamos bien- me abraza.






Together | Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora