3 Sueños y realidad

830 91 31
                                    

¡Hola a todos! Aquí Coco, para desearles un feliz ombligo de semana, y para traerles un capítulo más de su obra favorita de hombres lobo. Una disculpa por ir tan lento con las actualizaciones, pero mi renacer está tomando tiempo; al menos puedo prometerles algo: siempre vale la pena esperar, fufufu <3 Los amo por seguir aquí conmigo, y espero les guste mucho este capítulo de miércoles por la noche. Ya saben qué hacer UwU

Posdata: al final de este cap, voy a poner un pequeño glosario con palabras que van a necesitar para leer esta y cualquier otra obra de hombres lobo que les guste. Nos vemos en un rato°3^

***

—¿Seguro que estás bien?

—Sí, déjame tranquilo un rato. Solo... necesito usar el baño. —Dicho esto, Meliodas subió las escaleras a saltos y se perdió en el segundo piso. Elizabeth aún no procesaba lo que había pasado esa tarde. ¿Omega? ¿Por qué los chicos de su escuela lo habían llamado así? Aunque, siendo honesta, eso en realidad no era lo que más la había impactado. Había ido por ella... él había ido a rescatarla, aún cuando parecía que a él le desagradaba por completo. La salvó de una situación que se estaba tornando francamente peligrosa, pero ¿por cuánto tiempo la había estado siguiendo?

La protegió, al punto que no le importó soltar el primer golpe cuando... Un momento, ¿cómo le había hecho esas heridas a Estarossa? Toda esa sangre, la sensación de violencia en el aire, aquella marca parecía de garras. Recordar la escena la hacía sentir mareada, y la albina estaba estaba por sentarse cuando escuchó abrirse la puerta y su tía entró con la bata blanca aún puesta.

—¡Ufff, qué día! Parece que hoy todos decidieron enfermarse de gripe. Para prevenir eso aquí, te traje este delicioso pastel de cítricos que... ¿Ellie? ¿Qué tienes cariño?

—Nada, es solo que... —Su tía levantó una ceja, y cuando su lunar se tensó por su sonrisa, la peliplateada supo que tendría que contarle toda la verdad.

*

—Ya veo. Entonces Meliodas te salvó, ¿aún cuando ha estado evitándote toda la semana? —Elizabeth estaba por terminar la taza de té que la pelinegra le había hecho, y comenzó a sentirse tan somnolienta que apenas pudo responder con coherencia.

—Sí, y no entiendo por qué. A mí me agrada, pero... cada vez que me acerco a él, hace una mueca como si se hubiera parado junto a la arena del gato —Su tía soltó una enorme carcajada, y esta era tan hermosa y cristalina que terminó haciéndola reír también. Luego ambas soltaron un suspiro y volvieron a su té al mismo tiempo—. En serio tía Merlín, no sabía que esto podía ser así. A veces me pregunto si no hubiera sido mejor idea quedarme en la ciudad con papá. —Elizabeth se quedó pensativa un momento, e inconscientemente comenzó a jugar con el collar que le había regalado su padre. La pelinegra le sonrió con ternura mientras la miraba, pero de pronto, algo captó su atención en el pequeño colgante.

—En serio es un regalo hermoso. ¿Puedo verlo? —Por un momento, la chica dudó. Le habían dado la indicación de no quitárselo por ningún motivo. Pero era su tía de quién estaba hablando, nada malo podía pasar, ¿o sí?—. Gracias. Oh querida, no has estado usándolo como se debe. Mira. —La mujer dio un pellizco en uno de los lados del objeto de metal, y el collar se abrió para revelar un pequeño montón de polvo en su interior.

—¡Es un relicario! No lo sabía...

—A tu padre también le gustan las antigüedades. ¡Pero ni siquiera tuvo el detalle de limpiarlo! Déjamelo esta noche, y mañana temprano te lo entregaré con una sorpresa extra.

OMEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora