6 El archivo

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Hola a todos, aquí Coco, quien ve la lluvia en su ventana mientras prepara sus actualizaciones, y suspira de cansancio y alivio 9u9 ¡Ya quiero que sean vacaciones! XD En fin, lo importante es que al final logré llegar con ustedes para traerles una nueva actualización de su historia de lobos favorita. ¡El capítulo de hoy es corto, pero interesante! Y lo más importante... los momentos melizabeth comienzan a hacerse dulces y adorables 7u7 Bueno, no esperemos más, fufufu. Ya saben qué hacer. 

***

—Soy un idiota, ¿verdad Lizzy?, ¿Por qué traté a Ellie de esa forma? Ni que ella te hubiera matado —Meliodas estaba frente a la tumba de Liz Danafor, admirando el buen trabajo que alguien había hecho al limpiarla y arreglarla—. ¿Quién te trajo flores? ¿Ban? ¿Zel? Creo que estoy un poco celoso —Un suave viento le llevó su aroma como si fuera una caricia, y fue casi como si ella hubiera pasado los dedos por su mejilla—. ¿Crees que deba llevarle flores a ella también?

Habían pasado algunos días desde que él y Elizabeth "pelearon", por decirlo de ese modo. Meliodas se había arrepentido casi de inmediato por cómo la trató, pero ahora que intentaba arreglarlo, simplemente no podía. Ella huía nada más verlo, y no le daba oportunidad de acercarse. Aun así, por alguna misteriosa razón, Ellie siempre le dejaba el desayuno hecho antes de salir de la casa. Meliodas no sabía cómo interpretar eso.

Estaba muy preocupado por ella. Cada vez la veía más delgada, tenía unas ojeras enormes, y había estado regresando tarde a casa sin decir la razón. Solo quería cuidar de ella, arroparla, obligarla a comer de ser necesario, pero había perdido ese derecho cuando la trató como si hubiera sido una criminal. Sabía que tenía que disculparse, y además, ahora había otro motivo importante por el que era su obligación hablarle.

—Ese idiota de Estarossa. ¿Qué tanto le dijo? Sabiendo lo peligroso que es que se entere de algunas cosas. Espero que el alfa aún no sepa de esto.

De pronto, el recuerdo del beso que le dio volvió a él con toda su fuerza, haciendo que su corazón se acelerara y se pusiera nervioso. Se mordió el labio, tratando de domar todos esos confusos sentimientos, cuando un pájaro rojo se posó sobre la tumba de Liz y se puso a gorjear con alegría.

—No te burles de mi. —Meliodas no sabía que le preocupaba más, que ella dedujera lo que él era... o que le preguntara la razón de porqué la había besado.

*

Elizabeth no sabía lo que era, pero de una cosa estaba segura: Meliodas Demon no era humano. Después de levantarse del suelo tras su pelea, se miró la solapa del abrigo, y agradeció a los cielos no haberlo provocado más. Garras. No había otra explicación a la forma en que quedó su ropa. Había sido destrozada por garras, y esas garras eran de su supuesto mejor amigo. Y eso no fue lo peor.

A partir de ese día, comenzaron las pesadillas. Elizabeth se veía a sí misma rodeada de flores de lavanda, completamente sola, con una brillante luna roja de ella. Luego, veía a lo lejos a la chica pelirroja vestida de blanco, pero cuando intentaba acercarse para hablar con ella, el vestido se volvía negro, y una mujer diferente, de pelo plata y mirada fría, la observaba intensamente. Entonces el sueño se volvía un caos. Garras, dientes, y un montón de sangre. Aullidos, lunas, y gritos de mujer. No había podido dormir bien desde entonces; aunque eso le había traído algo bueno.

—¡Hola Gowther! ¿Listo para seguir con esto?

—¡Sí señorita! —Durante sus frecuentes excursiones por la tarde a la biblioteca había conocido a Gowther, un chico inteligente y fanático de las leyendas locales e historia del pueblo. Era solo un año mayor que ella, con el cabello de intenso color magenta y gafas cuadradas. Como ambos eran bibliófilos, se hicieron amigos casi de inmediato.

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