2 Ratón y omega

885 106 25
                                    

¡Hola a todos! Aquí Coco, recordando los motivos que me llevaron a escribir esta historia y disfrutando revivirlos hoy para ustedes. La razón es simple, Yo AMO a los hombres lobo, me parecen las criaturas sobrenaturales más sexys y aterradoras, incluso más que los vampiros. Además, habían muy pocas historias en Wattpad con ese contenido, y si a eso le sumamos que yo ya tenía empezada una novela, ¿porqué no? Ya saben que hacer...

***

—¿Qué haces aquí? —Increíble. Frente a mí está la chica de la biblioteca; la Diosa Luna debe odiarme.

Por un momento, cuando nos hemos visto, llegué a pensar que era mi mate. Aún recuerdo el escalofrío que recorrió mi piel, y eso fue solo con su presencia. Pero su aroma es terrible; huele a algo quemado en el horno, y por más que la encuentre muy bella, sencillamente no puedo acercarme. Espera un momento, ¿acabo de reconocer que es bella?

—Yo... yo... vivo aquí —Se ha puesto colorada y ahora mira al piso mientras estruja la orilla de su suéter. Debo admitir que es adorable. Espera, ¡¿ha dicho que vive aquí?!

—¿Qué tu....? —Ella alza la vista un momento, y sus enormes ojos azules me dejan desarmado. Antes de que se dé cuenta que me estoy ruborizando, grito con todas mis fuerzas a la causante de este mal entendido—. ¡Señorita Merlín!

—Mi tía no está —Se ve que está intentando recobrar el aplomo, pero no lo hace demasiado bien—. Yo puedo atenderlo si lo desea. ¿Hay algo que necesite? —¿Su tía? ¿atenderme? Y de nuevo ahí está esa sensación, como una extraña corriente entre nosotros.

—Sí, lo que quiero es que salga de mi habitación. —Voy hacia adelante y ella retrocede asustada. Prácticamente le cierro la puerta en la nariz, y en cuanto estoy solo, me recargo en ella y me deslizó hasta el piso. ¿Por qué? ¿Por qué se parecen tanto? ¿Por qué, cuando creo que ya lo he superado, vuelve su memoria a atormentarme? Liz...

*

Me ha cerrado la puerta en la cara. Por una vez, maldigo mi buena educación y mi timidez. Me gustaría tener un temperamento más fuerte para poder gritarle a ese idiota un par de palabrotas bien merecidas... pero no. Lo único que hago es sacarle la lengua a la puerta, y seguir por el pasillo con un almanaque en la mano.

Voy checando habitación por habitación, y mi mal humor desaparece lentamente. En serio es una casa preciosa. Hay varias opciones a elegir para mi cuarto, pero ese desgraciado ha tomado el que tiene ventana al jardín. Sigo adelante, y cuando llego al fondo, veo una última puerta. Debe ser la que da al ático de la casa. Efectivamente, al abrirla me topo con unas escaleritas que llevan al polvoso lugar. Aquí es.

Este es el lugar perfecto para mí. Una suave luz se cuela desde las ventanas, el lugar está prácticamente vacío con excepción de unos muebles antiguos, y hay una gran ventana redonda desde la cual se aprecia una maravillosa vista del pueblo.

—¡Ya volví querida! —Mi tía ha llegado, y a pesar de la vergüenza y lo amargo de la noche, me permito sonreír y guardar la esperanza de que todo va a salir bien.

*

Ha pasado una semana desde que vivo aquí, y en ese tiempo apenas he visto a Meliodas Demon. Porque así se llama el idiota de la nariz sensible. Meliodas. El nombre me parece hermoso, y eso solo hace que sea más irritante el que me desagrade tanto. Aún recuerdo su conversación con mi tía la noche de nuestro encuentro.

—Merlín, no me dijiste que tu famoso pariente era una chica. De haberlo sabido, creo que no...

—¿No habrías aceptado venir? —A pesar de tener casi cuarenta años, la silueta de mi tía es perfecta, y me encanta ver como con una sonrisa y levantar su ceja hace que cualquier hombre la obedezca. Él no iba a ser la excepción—. Meliodas, no tienes a donde ir. Sabes que quiero ayudarte, y aunque no lo creas, mi sobrina podría ser vital para eso. —No parece tragarse el cuento, pero en cuanto ella le puso una mano en su hombro y le dedicó otra sonrisa, supe que la conversación había terminado.

OMEGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora