33 Rechazo

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Hola a todos, aquí Coco, quien se alegra mucho de haber escrito esto con tiempo, pues anda muy sensible, y no hubiera tolerado escribir de último segundo algo tan fuerte TuT Hoy hay drama en serio, pero como es indispensable para que nuestra bruja y lobo se vuelva Dame Blanche y ALfa, estoy segura de que me lo perdonará. Retomamos la situación después del juicio y ataque de la Bestia, así que de seguro muchos de ustedes ya reposaron y especularon sus ideas de conspiración *u* No los dejaré con la intriga mucho tiempo, créanme. Pero como Ellie aún tiene que pasar por esto para que nosotros podamos contemplarlo, mejor no los distraigo más y vayamos a leerlo. Ya saben qué hacer <3 

Posdata: también hay capítulo nuevo en mi obra Bloodties, mis amores. Lo más probable es que a partir de ahora ambas historias sean publicadas solo en domingo. 

***

A Elizabeth le costó trabajo entender la situación, pero una cosa era clara: estaban a salvo de momento. Algo en su interior se lo decía, pero aunque la Bestia estuviera dormida y su juicio hubiera terminado, eso no quería decir que todo había vuelto a la normalidad, ni mucho menos. Sentada en el sofá de regreso en la casa del cazador, con Meliodas vendándole un brazo y una vía conectada al otro, ella supo que aún le quedaban muchos despojos que recoger tras la última batalla, y no se trataba sólo de lo físico. Se sentía fatal por dentro.

Tanta traición, secretos y confabulaciones. Puede que aquello no hubiera sido un juicio por brujería medieval, pero definitivamente era como si la hubieran expuesto desnuda en la plaza pública. Ahora todos sabían lo que era, sus problemas y circunstancias. Pero nadie parecía interesado en sus opiniones. Ni siquiera su mate, que permanecía tercamente callado mientras atendía a sus heridas.

—Mel —susurró acercando los dedos a su barbilla para levantarle la cara—, mírame por favor. ¿Estás bien?

—Sí, Ellie —dijo él soltando un suspiro y retrocediendo un poco—. Estoy bien. Solo estoy cansado.

¿Qué era eso? Sonaba a excusa de esposo para no hacer el amor con su mujer. No se suponía que algo así pasara hasta que llevaran muchos años de casados, y Elizabeth no comprendía su actitud distante. Suspiró también, pensando que tal vez él tenía la cabeza tan ocupada como ella, y decidió ayudar tratando de poner las piezas del caos mental de ambos en orden.

—¿Dónde están nuestros amigos? —Una mirada fugaz a su compañera, otra al suero por terminarse, y el lobo por fin se resignó a tener que decirle qué había sido de todos.

—Gelda está herida. Zel está con ella ahora. —Aquella revelación fue inquietante y agridulce. Es verdad que había deseado que los dos pudieran pasar más tiempo juntos, pero nunca habría esperado que fuera en esas circunstancias. El enemigo común de sus familias de nuevo las acercaba.

—¿Es grave?

—No lo parece. Fue mordida por esa cosa, el hombro. Pero no dañó ningún órgano ni tejido importante, sólo le dejará una fea cicatriz. Tranquila —le dijo tomando sus manos en el primer gesto de afecto desde el juicio—, a ella parece gustarle. Las marcas así son símbolo de orgullo para un cazador. —Aquel comentario seguido de sonido de platos en la cocina le recordó que tenía que hablar con Escanor, pues si bien había llegado a considerar al hombretón su amigo, ahora no sabía qué pensar de él debido a lo proclamado en el juicio. ¿Por qué había apoyado la moción de Izraf?

—Ross también está bien —siguió su novio, regresando su flujo de pensamientos al presente—. El pobre estaba más cerca de la puerta de donde emergió la Bestia, así que fue uno de los primeros en caer bajo su influencia. Parece que pasó toda la batalla en trance, o desmayado, como quieras decirle.

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