46 Desde el otro mundo

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Hola a todos, aquí Coco, quien ya está lista para la pelea *u* y les sonríe de forma sospechosa y alegre por el spooky y mágico momento que está por venir. Mis coquitos, ¡OMEGA por fin llega a su fin! No quiero ¡de verdad no quiero! >u< Ya estoy extrañando  mi obra aunque aún falte la batalla final, pero como esta es solo la primera parte de dicho evento y este indispensable para el cierre, pues solo queda resignarme y mirar con ojos maravillados cómo se da la tan esperada conclusión de este viaje que he hecho con ustedes TuT ¡Muchas gracias por estar aquí! Espero disfruten nuestro desenlace, les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para el gran final. ❤

Posdata: por cierto que les dejé el final de nuestro especial de verano 31 Días en el lugar correspondiente UwU Ya saben qué hacer. 


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Merlin nunca había sido el tipo de persona que llorara

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Merlin nunca había sido el tipo de persona que llorara. Como médico, su trabajo era mantener a raya sus emociones para poder lidiar con las de los demás. Como bruja, nunca había tenido necesidad, pues era la más fuerte de todas. Como persona, creyó que las lágrimas se le habían acabado en su infancia, que las había usado todas cuando el mediador la abandonó, antes de saber que la familia Liones iba a amarla. Por eso era tan milagroso lo que le estaba ocurriendo. No podía parar.

Los cadáveres de Elizabeth y Meliodas estaban justo frente a ella, y simplemente no podía detener el agua corriendo por sus mejillas. No había tenido el corazón de separarlos. Estaban recostados en la misma plancha metálica, uno al lado del otro, y ella alisaba con ternura sus batas de hospital como si de esa forma pudiera ponerlos más cómodos. Sus expresiones eran tan pacíficas que parecía que sólo dormían, pero pese a lo tentador que era dejarse llevar por esa ilusión, Merlín sabía la verdad. Habían fallado. Ella, y los demás habían fallado, y ahora se encontraba ahí, sola en ese frío congelador, con los latidos y la respiración perfectamente estables, pero los ojos tan desbordados que apenas podía ver.

—Merlín —la llamó una voz de espaldas a ella—. Todos están aquí. Es hora.

—Sí, yo... iré a reunirme con ustedes en un minuto —respondió, pero aunque su voluntad le ordenó a su cuerpo levantarse, sus piernas simplemente no la obedecieron.

—Escanor, no importa —se unió una voz joven a la del hombre que ella quería—. Está bien. Tal vez sea lo mejor tener la junta aquí. Necesito que todos vean porqué es que todavía tenemos que pelear.

—De acuerdo. —Minutos después, el cuarto de la morgue estaba lleno con todos los miembros de la manada, los amigos y familia que la pareja había dejado y que aún trataban, por cualquier medio, de aferrarse a alguna esperanza. Merlín comenzó a volver en sí cuando Gelda tomó la palabra.

—Sé perfectamente cómo deben sentirse —dijo temblorosa. Acto seguido se aclaró la garganta, levantó la barbilla, e hizo gala de su entrenamiento de cazador al recuperar la fuerza y poner sus emociones en una caja—. Pero esto aún no ha terminado. Debemos entender qué es lo que ocurrió para estar prevenidos sobre lo que se viene. Merlín, la autopsia, por favor.

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