20- Impulso

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El príncipe había dado la orden. Debían dejarla hablar y no acercarse a ella. Confiando ciegamente en la confianza que esos animales tenían en Kion, de a poco lo soltó, dándole paso a ponerse de pie con dificultad. Luego, la miró a los ojos. Ella se mantuvo segura, no se dejó intimidar por quienes la rodeaban.

—Kion, no puedes seguir así. Te he visto hace un momento y créeme, no estás haciendo las cosas del todo bien. Y sé que esto suena descabellado o a mentira, pero no lo es. Yo solo quiero lo mejor para las Lejanías... ella no —agregó señalado a Rani con la cabeza. Kion siguió su mirada.

La leona pelirroja abrió grandes los ojos. Kiara, sacudió la cabeza con desconcierto.

—¿Qué? ¡Kion! No le hagas caso a lo que te diga. ¡Ella te secuestró!

La revelación de Kiara provocó un murmullo general de sorpresa, pero los jóvenes ignoraron eso. Simba y Nala se miraron entre sí con preocupación.

—¿Acaso ves que Rani intente hacer algo bueno para las Praderas? ¿Para las Lejanías? ¿Para ti? Escúchame, Kion. Yo puedo lograr mucho más que ella. Sólo... déjame demostrártelo... —continuó Jasiri bajo la mirada sorprendida del público.

—Él no lo haría... no le haría caso a ella... —Bunga negó con la cabeza.

Nadie sabía por lo que el príncipe pasaba en ese momento. Demasiadas cosas atormentaban su mente y la presión de Jasiri sólo lo abrumaba más. Vio a Rani quien esperaba su respuesta como todos.

—Tú dijiste que no pertenecías aquí y te fuiste... sin decirme nada. Jamás me dijiste que me querías... Y yo fui a buscarte —le dijo con un frío tono de voz.

Ella tomó aire profundamente con respiración temblorosa y su labio inferior tembló. ¿Realmente Kion le haría caso a Jasiri? Las acusaciones que le estaba soltando en ese momento le dolían más que nada, en especial porque eran ciertas. Nunca había logrado encajar en ese lugar.

—Lo siento —murmuró Kion agachando la cabeza.

Rani retrocedió unos pasos con la intención de irse de ahí. Sus tres amigos enseguida se acercaron a ella seguidos de Kiara y Bunga. Los animales presentes se apartaron para dejarlos pasar. No iban a apoyar la decisión de Kion si en verdad se aliaría con Jasiri después de todo. Y no querían dejar a Rani sola. Tanto a Bunga como a Kiara les dolía el accionar del león, pero tenían muy en claro de qué lado estaban en ese momento.

—Rani, espera cariño —Nala la frenó con su pata suavemente en cuanto pasaron a su lado.

—Hablaremos con él, lo prometo —Simba dijo a la joven, pero ella sólo cerró los ojos, zafándose del agarre de Nala y caminó más rápido. Sus amigos aún la seguían.

Makini los vio pasar frente a ella y abrió grandes los ojos al recordar algo.

—¡El regalo! —gritó de repente, llamando la atención del resto.

—¿Cómo dices, Makini? —Nala preguntó.

—El regalo de Kion para Rani. Él me pidió ayuda para hacerlo y está aquí. En realidad... me dijo que lo olvidara, pero nos llevó tiempo y él realmente tenía ganas de mostrárselo. Así que lo traje —admitió con una sonrisa nerviosa, llevándose ambas manos a su espalda.

—¿Un... regalo? —Rani preguntó en voz baja a lo que Makini asintió.

Luego se acercó a unas rocas y metió una de sus manos entre ellas, haciendo una mueca.

—Ugh. ¿Me ayudas? —preguntó a Zito, el elefante más cercano a ella.

Este obedeció y, con la ayuda de la fuerza del animal de gran tamaño, logró sacar una roca pequeña que, si bien pesaba, la podía levantar. Esta era lo suficientemente grande como para que una ilustración se notara en ella.

Los Descendientes 2 (La Guardia del León)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora