2- Lo bueno dura poco

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Yo y mis ritmos raros xd como veo que los capítulos serán bastante largos sumado a que ando algo ocupada a veces, quizá me tome más tiempo para actualizar. 

Tengo que agradecer enormemente a alguien que me ayudó con una base para este capítulo y también agradecerle el dejarme participar en colaboración en su nuevo capítulo<3 para mi fue un honor y me encantaría hacerlo en la mía también ojo(?) 

@TLK-G--Kovu graciass<3 


Cuando habían dejado a Bunga a cargo de los pequeños, se sorprendieron enormemente cuando, un rato más tarde, los vieron jugar con él de lo más entretenidos y contentos. El tejón estaba encantado con los cuatro. No era la primera vez que hacía de niñero, pero predadores era algo nuevo para él. Sin embargo, no tuvo problema alguno. Incluso habían protestado un poco cuando se tuvo que ir.

Fue por eso que al otro día se ofreció a quedarse con ellos y a mostrarles parte de las Praderas ya que sus amigos leones, tenían otras inesperadas responsabilidades que cumplir. El día anterior habían organizado con Simba y Nala como dividir la seguridad del reino.

—En las Lejanías no hay tejones meleros. ¿Eso era lo que eras verdad?

—Sip —Bunga asintió a la duda de la chacal.

Habían estado por muchos lugares que Bunga creyó que les gustaría y así fue. Las cataratas Hakuna Matata en donde conocieron a los padres adoptivos de Zibu, Timon y Pumba, luego el bosque donde los elefantes vivían y hasta el árbol de Rafiki donde saludaron a este y a Makini. Los cuatro quedaron sorprendidos con lo sociable que era Bunga y cuántos amigos tenía.

—¿Les gustaría jugar? —preguntó a los cuatro sujetando la fruta del baobab en sus patas.

Ellos la examinaron unos segundos antes de mirarse entre sí.

—¿Debemos decirle que sí o...? Es que no entiendo a qué se refiere. ¿Cómo jugaremos con esa cosa? —murmuró Kijana.

—Un momento... ¡¿Eso es fruta?! —exclamó Makena con emoción.

Un rato más tarde, luego de algunas prácticas fallidas, los pequeños habían aprendido a jugar, siguiendo las indicaciones de Bunga. Este tuvo que esquivar varios empujones o golpes de la fruta reiteradas veces para aclararles casi enseguida que debían dejar de lado las actitudes violentas. Eso le recordó al día que conoció a Zibu inevitablemente.

Makena era quien más entusiasmada estaba con el juego, cosa que la llevó a destacar bastante a ojos de Bunga.

—¡Buenos tiros! Eres buena, tienes potencial —le reconoció— Cuando crezcas podrás ayudar a defender las Praderas.

—¡Me encantaría! —se entusiasmó ella contagiando a Bunga con su emoción.

—¡Inbungacreíble! —exclamó, provocándole confusión a los cuatro, pero ninguno dijo nada. Sólo atinaron a sonreír.

Él se acercó luego, alzando su pata para chocar la de ella, pero la retrajo enseguida cuando Makena, al ver las intenciones del tejón, agrandó los ojos y pegó un saltito, asustada, antes de alejarse de él.

Rápidamente entendió que Bunga sólo pretendía chocar su pata de forma amistosa y sintió una mezcla de rabia y vergüenza. Miró el suelo, evitando el contacto visual con él. Sus tres amigos notaron lo que había pasado y miraron con lástima a su amiga.

Antes de que Bunga pudiera preguntar, la cachorra pateó la fruta con furia, lanzándola lejos. Esta le rozó los pelos de la cabeza.

—Vaya, sí que eres fuerte... —murmuró siguiendo con la mirada la fruta, viendo cómo se alejaba.

Los Descendientes 2 (La Guardia del León)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora