Divagares y Devanares del Sueño

Micros I

Poesía

El poeta despertó encontrando sus papeles desperdigados en su habitación y desesperó. Sabía lo que sucedía cuando escribía versos en sueños, y con miedo se acercó a esos versos, intentando descubrir quién era el próximo en la lista, y ver si tendría alguna oportunidad... no dejaría que esto volviera a pasar.

Botín de Guerra

Sí que se ven a lo lejos humaredas guerreras. Los indicios de la lucha inminente, del pasado inevitable y del futuro incierto. Las madres ocultan a sus hijos donde pueden o huyen directamente, como sea. Se preparan para el infierno que pronto se acercara.

Escapan y huyen los que pueden, pues saben que al terminar nada quedara. Ni sus vidas, ni sus bienes, ni su historia, todo desaparecerá. Imperios y ciudades caen, mientras juicios a reyes y emperadores, se olvidan ante el paso de la historia. Resultado del eterno posponer la problematización de la misma, por miedo a reconocer de dónde venimos.

Como dice un adagio inglés, al vencedor el botín; o quizás los laureles, como decimos acá. El botín recogido de las manos de aquellos que no se encuentran en el camino de vencedores a por vencidos. Los laureles manchados de sangre y dolor que por mucho tiempo hemos sabido conmemorar.

Reclusión

El activista, atado de manos, se lamenta y preocupa a la vez. Lee noticias y escucha conversaciones, prestando atención. Revisa los testimonios de las personas de quienes su vida depende y escucha la otra campana.

El activista se pronuncia ante situaciones, sobre las que no puede hacer mucho más. Se queda en su casa, más no deja de lado su combatividad y voluntad. Y espera con ansias el momento en el que las calles podrá volver a tomar.

El activista sigue su trabajo como puede, aún con las limitaciones. Conoce a aquellos que no pueden y a quienes la vida se les ha hecho cuesta arriba. E intenta alivianar la carga, a como dé lugar.

Los derechos no se toman vacaciones en cuarentena.

El activista tampoco.