Creatividad

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El caos y las dificultades son la madre muchas veces de las mejores y más brillantes ideas. Principalmente cuando hablamos de la hora de la cocina. De las apenas comestibles ideas, pero interesantes ideas al fin. Y la frecuente visita al mercado local, volviendo con la mitad de objetos que deseaba comprar, muy frecuente en estos contextos actuales, nos obligan a improvisar.

Muchos se han encontrado con la desgracia de quedar al otro lado de aquella persona que siempre les hizo su comida favorita. Aquellas parejas, familias o amistades por conveniencia culinaria, que han quedado, quizás a una docena de cuadras, pero las suficientes como para que reunirse sea un delito penal. Y se encuentran a sí mismos con un horno que no saben ni encender, y una llamada a aquella persona siempre presente para recibir instrucciones parece la única salida.

Algunos deciden ir por lo sencillo, lo cual vuelve rutina las preparaciones al reverso de los paquetes de comida. A la tercera semana de arroz y fideos sin nada, la rutina se vuelve tan repetitiva y cansina, y las comidas tan confundibles, que se cuestionan si no tienen la enfermedad maldita, pues ya no sienten el sabor de las comidas.

Otros se la complican un poco, buscando una receta en redes de alguien que aseguro sera sencillo, y empiezan a sufrir con la preparación de aquello que parecía básico, y termina siendo un plato de restaurante gourmet. Para nada tiene que ver con las habilidades de la persona que cocina, por supuesto que es la compleja receta para realizar un puré de papas.

Tras mucho sufrimiento, tienen dos opciones en su haber: o deciden seguir con la misión imposible, y esperar que lo que se realice no tenga vida propia; o rendirse y buscar algo preparado, algo sencillo pero que crujirá su presupuesto del almuerzo del día.

Pero están los que se arriesgan un poco más. Quizás por el tiempo libre que tienen o por el aburrimiento, deciden jugarse a desarrollar una nueva habilidad que pensaron imposible siempre: cocinar. Y comienzan a trabajar en sus cuestionables habilidades, y a base de prueba y error empiezan a aprender a hacer de comer.

Sous chef de apocalipsis, nos reinventamos y conlo que queda en la alacena, hacemos magia. Compartimos las recetas en redes,para que nos acompañen en la comida todos aquellos con los que no podemoscompartir mesa. Y tras un saludo con la copa al aire, para aquellos que comencomo nosotros, empezamos a comer la preparación; la que quizás agreguemos anuestras recetas de un futuro mejor. 

Divagares y Devanares del SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora