El Candidato

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Una hora más, otro día más que no puedo levantar mi cabeza de estos apuntes del diablo. Adoro lo que estudio, pero por Dios, siento que ponen a prueba mi amor por esto todos los días. Apenas he podido descansar algo... en las últimas semanas, y me estoy mal acostumbrando la rutina de dormir poco, comer mal y no tener tiempo para mí.

Una llamada interrumpe mí concentración, de un número desconocido, pero al atenderlo una voz conocida me habla del otro lado.

– ¡Buen día! Perdón que te joda, pensé que no me ibas a atender por qué no me tenías identificado.

– ¿Número nuevo?

– Si... supongo... es complicado. Mira, tengo unos amigos que quieren tener una reunión con vos a toda costa... realmente me ha costado convencerlos de que no caigan directamente a tu casa, pero necesitan tu ayuda de manera urgente. 

– ¿Que te mandaste ahora Héctor?

– Nada, nada. Al menos nada malo. En serio, te va a gustar lo que tengo para contarte, pero necesitas venir acá, pronto.

Miro el reloj. Son las 16:20... y con lo cansado que estoy cualquier excusa para tomar aire es bienvenida.

– ¿Adónde es?

– Ya te mando la dirección al celular, nos vemos.


Media hora más tarde estoy en la puerta de una casa impresionante... una mansión, por lo menos teniendo en cuenta el lugar en el que se encuentra. Héctor me abre la puerta, y me hace pasar, dos personas de traje lo flanquean, que me saludan al ingresar. Uno de ellos, un sujeto alto de pelo castaño ondulado, me resulta familiar. Me hacen pasar a un estudio, en donde se encuentran media docena de personas más, cinco hombres y una joven, todos vestidos con traje y con corbatas violeta. 

– Bienvenido Gabriel Martinez – me dice quien me abrió la puerta –. Yo soy Antonio Vargas, y soy el Líder del Partido Violeta Oscuro. ¿Sabes por qué te hemos llamado aquí?

Negué con la cabeza. La joven, a quien había estado prestando atención, pues tenía en su regazo una carpeta con mí nombre y apellido, comenzó a hablar.

– Te hemos estado observando Gabriel Martínez – ¿por qué esa manía de llamarme por mi nombre completo? –. Nos ha llamado poderosamente la atención tu discurso. Te hemos escuchado y hemos pensando que eres justo el tipo de persona que necesitamos.

– ¿Como? 

– Vamos a ser sinceros contigo. Recientemente hemos tenido problemas. Armando Herrera, quien iba a ser nuestro candidato a diputado, falleció de manera repentina. Evaluamos quién podría ser su reemplazo, y a pesar de que todos nosotros estamos dispuestos a serlo, Héctor propuso una idea brillante. Nos dijo la verdad, que no llegaremos lejos sin proponer cosas nuevas, y que conocía a una persona que podría cumplir ese rol a la perfección.

Mire a Héctor, como pidiendo explicaciones.

– ¡No me mires así! A diario te quejas de que gente nueva puede cambiar la realidad... dime qué mejor oportunidad que está podras encontrar para ello.

«Si, pero no así» pensaba para mis adentros. Es verdad que vivo quejándome de la situación en la que vivimos, y que con ellos tengo una oportunidad de llegar a un lugar donde poder cambiar las cosas; pero esto es demasiado. 

La joven, que por la credencial que tenía pude descifrar que se llamaba Natalia, siguió hablando.

– Eso si, te anticipo, para poder estar necesitamos tu ayuda con algo.

La miré inquisitivo, sin responder ni de manera afirmativa ni negativa. Aún estaba atontado con tanta información y no había tenido tiempo de recuperarme. Tomo mi mirada como una autorización para seguir hablando.

– Necesitamos una mujer... las leyes de paridad nos lo exigen, y, además, consideramos importante que tu compañera de fórmula sea alguien de tu confianza... deberán trabajar cuatro años juntos, después de todo.

Mi mente empezó a rotar esa problemática en mí mente, debatiéndose quien podría estar en condiciones, y aún peor, quién estaría dispuesta a acompañarme en semejante locura. Todos callaron, esperando mi respuesta, por lo que levanté mi mano antes de pedir una simple solicitud. 

Divagares y Devanares del SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora