Divagares y Devanares del Sueño

Micros XI

Despedida

Ella le dio un beso rápido, antes de voltear a oír los pasos de las botas acercarse, matando el miedo que a su espalda había subido cuando escuchó frenar los otros vehículos detrás del suyo propio.

Se alejó lentamente de la seguridad de su lado, de su cercanía, y de la paz que le producía su presencia por obligación; agachando la mirada, a la espera de lo que ocurriría cuando quienes venían tras de ellos los alcanzaran. Escuchó la puerta abrirse del vehículo y tomo la mano de su compañero para alejar las visiones oscuras de un futuro que se veía maldito e inevitable a partes iguales. Escuchó los pasos acercarse, lento pero seguro, y solo por el sonido de las botas al caminar, dedujo que su peor predicción era la correcta.

Cerró los ojos, y respiró fuertemente. La única calma que tendría antes del vendaval.

Diario

Llevo un recuento de mi rostro, cuando recibo tus mensajes. Llevo un diario de cuando escucho tu voz. Ni modo que me sienta orgulloso de actuar como actúo, cuando estoy embobado y no doy sentido, pero tu le das sentido a ese ser.

Mis amigos dicen que me alteras, que me centras, que me ayudas, que me pierdes. Que tienes mucho poder sobre mí, el de construirme o el de destruirme.

Enamorado escribo las mejores historias; pero ya entendí que no las puedo escribir contigo

Pronóstico

El pronóstico no me advirtió de eso.

Lo lei, no presté atención y lo estudie antes de salir, pero no me lo advirtió.

No me avisó de tus ojos café, de tu sonrisa contagiosa y de tu risa silenciosa. No lo hizo con tu competitividad graciosa y tu desafío constante a jugar más. Ni imagine tu elección de bebida y cómo te tomarías la mía.

Pero mucho menos pudo imaginar, cómo tu cuerpo me iba a reconfortar. Como tu atenta mirada por minutos, se convertirá en mi hogar. Como tus labios iban a cortar con el frio de la noche, y tus manos con el miedo de mi cuerpo. Cómo ibas a hacer que me gustara la lluvia.

No confío en el pronóstico desde entonces.