Divagares y Devanares del Sueño

Resaca

Desperté de espaldas al universo, con la cabeza pidiéndome auxilio en varios idiomas, y el resto de mis acompañantes seguían acostados en donde habían caído vencidos por la noche de ayer. Todos excepto Helena, ella se había ido temprano.

Me levanté juntando toda la fuerza de voluntad que tenía y me serví un vaso con agua. Al rato Thomas se acercó, también muy agotado.

– ¿Vas a ir a buscar el auto?

– Debería, verdad – dije casi en una pregunta. Realmente no me apetecía hacer nada.

– Te acompaño – me dijo.

Al salir, Fernan se encontraba en la puerta. Se puso a conversar con con Thomas y parecía que tenía ganas de seguirlo haciendo, por lo seguí mi camino hacia mí vehículo. Me siguieron al tiempo, Thomas intentando incorporándome a la conversación, yo intentando demostrar algo de interés en su vida, Fernan intentando no demostrar lo mucho que me odia. Todos fallamos a la vez de manera estrepitosamente.

Cuando llegamos al auto, oí que la conversación me llamaba a colación. Tuve que preguntar de nuevo en voz alta para que me repitieran la expresión.

– Decía que Helena tenía razón anoche, deberías hablarlo con Daphne. Ella es la que te puede ayudar con esas cuestiones – me dijo Thomas.

– Daphne tirara un par de cartas y me dirá que debo pensar que es lo que siento en mi interior o algo así... y después me cobrará su comisión.

– Es astróloga, no tarotista – me corrigió Fran.

– ¿Cual es la diferencia? – repregunte.

– No me refería a eso – siguió Thomas –. Me refiero a que Daphne la conoce a Ella. Si alguien te puede decir si siquiera sabe que existes es "la astróloga".

Estaba enojado, pero porque ambos se habían puesto de acuerdo, no por lo que habían concluido. Me subí al auto y me fui hasta la casa de "la astróloga". La conversación había vuelto a poner a Ella en mi mente, y eso no era nada bueno.

Llegué a casa de Daphne, y al tocar el portero pronto me aseguro del otro lado que ya bajaba. Me dispuse a esperarla, pidiendo que por una vez, los dos tuvieran la razón.