Hace un tiempo que me lo vengo preguntando. Y a diario discusiones que otros tienen sobre mí y sobre lo que soy me la vuelven a plantear. Como una cínica repetición de actos estúpidos sin objetivo, como un juego cansino de dudas existenciales. Un juego que amo y odio jugar a la vez, y que no tiene fin, pero se precisamente que empezó el momento en el que nací.
¿Acaso importa? El lugar en el que el universo decidió ponerme, los átomos de lo que estoy hecho, las condiciones en las que crecí, la familia que me tocó, el idioma en el que hablo, la religión que me inculcaron y práctico a veces, el país en el que vivo. ¿Eso es lo que soy? Las líneas imaginarias que siempre hemos planteado, entre ellos y nosotros.
Nosotros somos distintos de ellos, no nos comparen. Nosotros somos otros, y ellos son LOS otros, los raros, los enfermos, los idiotas, los confundidos. Ellos están mal, nosotros no. Nosotros vamos por el camino correcto, ellos se desviaron. Ten cuidado que no te lleven por ahí, que no te confundan, que no te transformen. No te vuelvas como ellos, segui siendo como nosotros. No pierdas la linea. ¿Que linea? ¿Cuando la dibujamos? Y peor, ¿quien lo hizo?
Vos no eras así, te cambiaron, cambiaste para mal, eso te hace esa gente, eso son. Te están engañando, eso no está bien. Vos no estás bien, vos estás confundido. Déjame acompañarte al camino correcto. Muchos me dicen, me dijeron, saben más de mí que yo mismo, saben que es lo correcto para mí, lo bueno para mí. Y da la maldita casualidad de que ser más parecidos a ellos es lo correcto para mí.
Creamos un enemigo común, siempre. Es más sencillo cuando sabemos quiénes no debemos ser. Pero, cuando conocemos a nuestro enemigo, ¿cómo seguimos? ¿Como lo odiamos cuando lo conocemos como persona? ¿Acaso la vida puede continuar del mismo modo cuando eso sucede? Me vuelvo ese enemigo, o me vuelvo uno nuevo al hacerlo, ya no soy ellos, ni nosotros, soy una tercera categoría que nadie quiere.
A diario me digo a mí mismo lo que pienso y lo que siento. Que tengo unos pilares, unas creencias, unos ideales no negociables. Pero cuando algo aparece que los hace trastabillar, debo pecar de hipócrita, aceptar que fui ignorante... a diario digo que la única forma de mantener un punto de vista firmé es no comentarlo en voz alta, no investigar, no debatir, y hacerlo sería ridículo.
Pero entonces, ¿sigo entonces conservando eso que dije que me definía? ¿Que parte de esos no negociables ya negocie? ¿Cuántas de mis reglas de oro rompí por una causa justa?
Quiero ser yo, pero no sé de qué se trata eso.
En mi mente preguntas sobre el dan vuelta, mil vueltas, no me dejan pensar, no me dejan respirar... me acuerdo de cada persona que dijo algo de mí bueno o malo, ¿soy acaso eso? ¿Cual de todas mis versiones soy? La versión infantil de niño, la ilusionada de adolescente, la cínica de joven... ¿soy alguna de esas? ¿O aún no llegó a la versión definitiva de mí mismo? ¿Alguna vez lo haré?
¿Alguna vez me conoceré del todo? ¿O siempre tendré está incógnita, eternamente en mí mente, hasta el día de mi muerte? ¿Qué pasará entonces? ¿Sabre la verdad aunque sea antes de mí último respiro?
Basta. Yo soy.
Al menos eso me digo para calmar está migraña.
Nosotros fuimos. Somos. Seamos.
Digo a los otros que siguen en esa duda.
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Divagares y Devanares del Sueño
NouvellesUna serie de historias cortas, ficcionalización de mis sueños mas extraños, raros o llamativos. Una oportunidad de contar las historias que mi mente escribe sin intención, revisitar las historias propias que ella ha creado en el pasado y, ¿porque no...