Los Plazos

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Los plazos se acortan y la realidad se aproxima rápido. Otro examen, otro parcial, otra fecha límite, otro momento en el que el cansancio me alcanza y me impulso con lo que me queda de energía al final del camino.

Me dijeron que no iba a ser fácil y sí, pero no pensé que tanto. ¿En qué momento podré volver a descansar como es debido? Sospecho que nunca. En broma dije una vez que se envejecen dos años por cada año aquí adentro, pero a veces siento que es así.

Lo que nunca me dijeron es que iba a ser una infernal sucesión continua de plazos. Sé que la vida lo es, pero hasta ella palidece al ver lo que es la universidad. Hay plazos para todo y para todos, incluso plazos para cumplir con los otros plazos; y plazos por si no cumplimos alguno de los plazos. Y también hay a-plazos, pero esos son otra cosa.

Los plazos son constantes y no dan tregua. Es así, en loop, balanceando como se puede la vida social, la familia, las actividades extra, lo que nos hace feliz... aún peor los que tienen un trabajo. Balanceas lo que se puede como se pueda, esperando los plazos de respiro, que son un alivio, ese primo lejano de los demás plazos que solo ves una vez por año, para las fiestas, pero que te alegra la tarde.

Los plazos son exorbitantes y no perdonan. Si no prestas atención te llevan puesto, chau, nos vemos el año que viene, que será igual, o quizás peor, o quizás mejor, o quizás no importa. Despierta, estudia, cursa, vive y duerme poco. No esperan a nadie, no piden disculpas ni permiso. Tan solo existen.

Los plazos son abstractos y no sienten nada. No puedes negociar con ellos, ni explicarles tu situación. Las personas que los piden o los exigen pueden comprenderte, pero ellos también tienen sus propios plazos, y solo pueden ceder un poco. Respecto al resto, no pueden hacer más nada.

Los plazos no son de nadie, ni tampoco responden a nadie, son mercenarios. Tan pronto como fueron creados tomaron vida propia, se rebelaron contra sus creadores, aplastándolos con su fuerza; son esclavistas. Ahora los "plazistas" tienen otros plazos en contra, y cuando piden ayuda nadie escucha, pues todos están ocupados luchando contra los suyos propios. No me pertenecen a mí, ni a nadie que conozca en persona o por la televisión; ni siquiera a aquellos que están malditos con la obligación de hacerlos cumplir.

Los plazos son así, nos toca vivir con ellos, o mejor dicho, sobrevivirlos, hasta que el peor de todos nos alcanza y ya allí, cuando eso suceda... no tendremos que preocuparnos más por ellos. Cuando ese llega, nos releva de cumplir los demás. 

Divagares y Devanares del SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora