Estaba agotada. Los ojos le pesaban y no paraba de cabecear, pero Andra no quería dormirse. No, quería estar despierta para cuando Henri y Julen volvieran a casa con Nate y poder abrazarlo y asegurarle de que todo estaría bien, de que todo aquello no era culpa suya a pesar de lo que había dicho Hector.
No sabía cuánto tiempo llevaba paseándose por la habitación, ni siquiera recordaba haber llegado ahí. Se había pasado toda la noche junto a la cama de Amelie, intentando que se tranquilizara. Al final había tenido que hacerle una pócima para que se durmiera, porque la mujer necesitaba descansar y no lo iba a conseguir por sus propios medios.
Lo último que recordaba Andra era haberse levantado de la cama con las piernas agarrotadas, sacando el brazo con cuidado de debajo de Amelie. Después de eso había una laguna en su memoria y lo próximo que rememoraba era estar ya en su habitación, paseándose desesperada y mordiéndose el labio inferior hasta sacarse sangre.
Era ya de madrugada y el cielo se estaba tiñendo de un suave color anaranjado que no combinaba para nada con las nubes grises que, como siempre, anunciaban lluvia. Qué raro que en Allsau lloviera...
Andra siguió paseando por la habitación, los tacones de sus botas eran el único sonido en aquella casa sumida en la tristeza y el miedo. Les había dicho a las criadas que no salieran de casa, que cerraran todas las puertas con llave y las ventanas con los pestillos. No quería correr más riesgos, no quería que cayeran sobre su conciencia más muertes.
Hastiada y cada vez más nerviosa, se acercó a la ventana para ver cómo iba el día y la sorprendió un aguanieve que dejaba finísimas gotas en el cristal de la ventana. Pegó el oído a la superficie fría y húmeda en un intento de escuchar si se acercaba un caballo, pero nada.
Los alrededores de la casa estaban tan silenciosos como su hogar. Los animales parecían haber notado el desasosiego que se respiraba allí dentro, porque si no Andra no entendía cómo era posible que un bosque estuviera tranquilo, tanto que a ella le daba miedo. Había aprendido que cuando los animales estaban silenciosos no era una buena señal y de todas formas su cuerpo en tensión se lo decía.
—¿Dónde estáis? —susurró Andra volviendo a pasear por la habitación. Afuera empezaba a llover con más fuerza, la lluvia golpeando con violencia en el cristal. Se había levantado un enérgico viento que hacía que los árboles se agitasen de un lado a otro como si de papel estuviesen hechos.
Andra rezó para que no estuvieran volviendo a caballo, porque no quería que ninguno de los chicos se resfriase, sobre todo Jon, que tenía tendencia a pillar fuertes resfriados.
Después de cinco vueltas completas, Andra se dejó caer encima del colchón. Suspiró y se tocó con suavidad el vientre, cada vez más abultado bajo su vestido, el mismo que había llevado la noche anterior para verse con Hector y que todavía no se había quitado. Y al final se tuvo que hacer la pregunta que llevaba horas reteniendo, la misma que ardía en su cerebro pero ella apartaba una y otra vez porque sabía que si se la hacía, todo se volvería mucho más real.
¿Su bebé crecería sin padre? Andra tragó saliva, arrastrando consigo también las lágrimas que pugnaban por salir y derramarse por sus mejillas.
—No va a pasar. Seguro que va a estar todo bien y estaremos los tres juntos en seguida —se dijo a sí misma mientras seguía acariciando su vientre.
Sin poder contenerse más tiempo, las lágrimas empezaron a deslizarse por su rostro. Era una mezcla de impotencia, rabia y dolor lo que sentía y a cada segundo, cada lágrima que salía de sus ojos, era distinta. No entendía cómo era posible que todo les hubiera ido tan mal.
Primero con Lydia Ander y su maldita familia y después con lo de aquel club secreto en el que Andra se había metido. El aborto, la reputación que ambos se habían ganado pero cuyo peso había recaído sobre todo en Nate, que había cargado con una parte de las habladurías sobre ella. La belladona, los secuestros, casi perder al bebé y después esa noche, con un secuestro y un arresto.
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El legado de las ninfas
FantasyNathaniel y Andra tendrán que sobrevivir en un mundo en el que es imposible esconderse de los cazadores. *** En un mundo convulso, Nathaniel tendrá que sortear los diferentes problemas que me sacudirán la vida de mano de su familia y de Andra, su es...