Capítulo 27: Veneno por sangre

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Sentía su cuerpo arder, como si estuviera colocado encima de brasas calientes. Sentía dolor en cada parte de su cuerpo, pero sobre todo en su mente.

No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado, ni tampoco lo que había ocurrido, en realidad. Su mente intentaba rescatar pequeños fragmentos, imágenes y sonidos de lo sucedido, pero estos se escapaban como si se trataran de humo escurriéndose por sus dedos al intentar cogerlo.

Cuando despertó, lo hizo entre gritos de dolor y terror, deseando que alguien le escuchara y viniera a ayudarlo. Lo único que escuchaba eran sus propios chillidos hasta que sintió una mano fría en lo que creía que era su frente. El ardor de su cuerpo disminuyó y el dolor se convirtió en algo sordo hasta casi desaparecer. Dejó de gritar y pasó a soltar gemidos débiles.

Abrió los ojos muy lentamente, parpadeó un par de veces porque tenía la visión muy borrosa y apenas veía formas difusas.

—Cariño, ¿estás bien? —le preguntó una voz femenina. Sintió sus manos frías en su cuello, buscando su pulso, y después de nuevo en su frente, apartando los cabellos empapados en sudor y pegados a su piel.

—Me... me duele —consiguió decir entre gimoteos.

Poco a poco iba dándose cuenta de dónde se encontraba. Era su habitación, advirtió después de unos cuantos parpadeos en los que su visión se fue haciendo cada vez menos borrosa.

Con ayuda de la mujer, consiguió incorporarse y apoyar la espalda en un cabecero de metal que se le clavó como si estuviera hecho de clavos. Pudo respirar mejor y su cabeza se despejó un poco más, a la vez que su visión se enfocaba y pudo distinguir el rostro de la mujer que lo acompañaba.

—Andra... —susurró y acercó una mano sudada y temblorosa por la colcha. Ella se aferró a sus dedos con fuerza y sollozó con la frente pegada a sus nudillos.

—¿Estás bien? Dios, creía que te morías.

—Cariño, ¿qué ha pasado? N-no recuerdo nada.

—Cuando llegaste a casa te desmayaste. Archie me dijo lo que había pasado en la taberna y como te habías marchado. ¿Qué pasó?

—Me encontré con alguien que conocía y discutimos en la calle —consiguió recordar Nate. Negó con la cabeza; no se acordaba de nada más y lo siguiente que sabía era que había estado sentado en la taberna. A partir de ahí había un fundido negro hasta que se había despertado ahí.

»No recuerdo mucho más, solo que estaba muy enfadado y que todo era muy raro, como si no fuera yo el que estuviera discutiendo. Todo se sentía... frío y distante.

Nate hizo presión entre sus ojos, donde tenía un persistente dolor de cabeza que le nublaba la mente. ¿Qué había pasado? Tenía muchas lagunas, muchas horas en las que no recordaba absolutamente nada. ¿Estaba perdiendo la cabeza? Ojalá pudiera tener una respuesta ante eso, pero en ese momento no estaba seguro de nada.

***

Andra estaba segura de que aquello no era normal. Nate jamás había sufrido nada parecido y ella no conocía a nadie que hubiera pasado por algo así. Cuando Nate se había desmayado, había hecho llamar a Henri, que se había presentado en casa a medio vestir. Su amigo le había confesado que no tenía ni idea de qué le pasaba.

—Está perfecto, no tiene nada —le había dicho Henri después de examinarlo. Tenía el ceño fruncido y no dejaba de contemplar la cama en la que estaba tendido Nate, tan pálido que parecía estar muerto—. Pero está claro que le pasa algo, el problema es que yo no soy capaz de encontrarlo. Tal vez deberías pedir una segunda opinión, Andra.

El legado de las ninfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora