Nate vio como Andra se marchaba algo tambaleante. Ver morir a Hector y haber matado a esa chica la habían dejado trastocada. Nate quería acercarse a ella y abrazarla, decirle que iba a estar todo bien pero, ¿cómo iba a decirle eso cuando él mismo no se lo creía?
Miró de nuevo el cadáver de su hermano pequeño, tan pequeño y tan pálido... Más lejos estaba el cuerpo de Henri y una Amelie que seguía inconsciente. Desde allí, Nate podía notar el fuerte latido del corazón de su amiga y eso lo relajó por primera vez desde que tenía aquellos poderes. El rítmico sonido siempre le había puesto los pelos de punta y el fluir de la sangre por las venas y arterias le daba ganas de vomitar, pero en ese momento, en lo único que podía pensar era en que Amelie estaba viva.
Tres personas vivas en aquella sala y cuatro muertas. Jon, Henri, Hector y aquella mujer, Valentina. No sabía quién era, pero en el momento de su muerte, había sido cuando Elijah se había empezado a derrumbar...
Miró a Elijah, que estaba en el suelo, todavía dentro de aquella jaula que Nate había improvisado y que no aguantaría mucho más en pie porque a él le estaban empezando a fallar las fuerzas. Rezó para que sus poderes lo dejaran una vez que Andra hubiera llegado allí.
Su padre contemplaba el cuerpo sin vida de Valentina con un ligero temblor de sus labios, como si estuviera intentando aguantar las lágrimas. Nate miró también el rostro de la mujer y fue como un escalofrío de reconocimiento.
—Voy a matar a la perra de tu mujer —escupió su padre, su voz temblando de pura furia. Nate vio como el hombre apretaba los puños a los lados de su cuerpo.
—No, porque primero te mataré yo a ti.
—Ha matado a tu hermana, ¿y todavía la defiendes? —Elijah soltó un golpe contra los barrotes, que resonaron con el puñetazo, reverberando por toda la sala—. Deberías estar de mi lado, no del lado de esos perros. ¿Sabes que harán cuando sepan que has matado a una legado? Te desterrarán y no podrás entrar jamás en Elreid, en nuestra isla, el único lugar en el que podemos vivir sin escondernos.
—Me da igual, aceptaré el castigo por lo que he hecho.
—¡¿Te da igual?! —exclamó Elijah, levantándose de un salto. Lo miraba como si no terminara de creerse lo que había salido de sus labios y su cuerpo temblaba por la furia—. ¿Cómo puedes decir que te da igual? Es nuestro lugar, el lugar del que te vas a tener que olvidar porque los Anker te van a echar. Llevan años deseando hacerlo, desde el momento en el que supieron quién eras, porque te digo yo que saben quién eres desde que te vieron.
—He matado a Stephanie, una legado y encima mi prima, algo que tú ya sabías, ¿verdad? ¿Toda una casualidad, no? Una legado, sobrina tuya, casada con un cazador. Es raro.
—¿Ahora pretendes también encasquetarme que tu prima fuera una idiota suicida y que su marido fuera un fetichista raro? Nathaniel, no puedes echarme la culpa de todo lo que pasa en este mundo, no soy el monstruo que te han metido en la cabeza que soy.
Nate no podía creerse que de verdad dijera aquello, no cuando él sabía bien todo lo que había hecho. Le parecía casi irreal que fuera capaz de decir esas cosas, casi como si estuviera burlándose de él en su cara. ¿Tan estúpido lo consideraba?
Abrió y cerró los puños, alejándose de la jaula para no lanzarse contra él y pegarle a través de los barrotes. Se pasó una mano por el cabello alborotado y notó un mechón acartonado. Cuando lo miró extrañado, se dio cuenta de que estaba manchado de sangre seca. Nate tragó saliva y se giró de nuevo hacia su padre, que lo miraba esperando a que contestase o le gritase.
—Dices que no eres un monstruo, pero secuestras niños para... a saber qué cosas habrás hecho con ellos. ¿Dónde está Lucas?
—Esos niños están mejor conmigo que con sus padres. Yo les daré una vida sin mentiras, sin reglas y sin las estupideces humanas. Al menos a los que sobrevivan.
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El legado de las ninfas
FantasyNathaniel y Andra tendrán que sobrevivir en un mundo en el que es imposible esconderse de los cazadores. *** En un mundo convulso, Nathaniel tendrá que sortear los diferentes problemas que me sacudirán la vida de mano de su familia y de Andra, su es...