Capítulo 3.

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03/08/2020

Había pasado exactamente una semana desde que volví a hablar con Millie, a lo largo de estos días solo se dedicaba a mirarme y sonreír, solo un par de veces logró decirme hola pero como me lo esperaba, Finn siempre tenía que meterse cuando eso sucedía. Ya podía imaginarme todas las posibles cosas que le ha inventado de mí o alguna que otra mala verdad para alejarla.

Por eso y por un poco más decidí no asistir a clases el día de hoy, no me sentía muy bien para ir. Le avisé a Sophia y su respuesta fue simple y corta; "te visito cuando salga, chao". Me avisaba, no me preguntaba, algo típico de ella.

Suspiré mirando el techo de mi habitación vagando un poco en mis pensamientos, quizá vagando más de lo que debería, cerré los ojos intentando descansar un poco ya que no había dormido nada. Pero sin previo aviso sucedió todo de nuevo.

-Sadie ya despierta.- Su voz ronca al despertar me mataría algún día. -Sadie ya es tarde.- Escuché una pequeña risa salir de sus labios, sonreí inconscientemente. -Hey, sé que estás despierta no intentes engañarme.

-Tengo mucho sueño, Mills.- Murmuré tanto como pude hablar.

-Vamos que tenemos muchas cosas que hacer hoy.- Sentí todo su peso sobre mi espalda. Me quejé por lo bajo. -Sads, si no te levantas te quedarás sin besos hoy.- Volvió a reír.

Abrí los ojos con lentitud.

Y ella no estaba ahí.

Una parte de mí lo sabía, pero aún así lograba convencerme a mí misma que era real, que ella estaba aquí conmigo. Pero ya no era así y era casi imposible para mí aceptarlo. -Debería dejar de hacer esto.- Murmuré dándome la vuelta mirando hacia la puerta de mi habitación. Justo en ese momento mi madre tocó la puerta.

-¿Sadie?- Le dije que pasara. -¿Te duele algo, cariño?- Negué levemente. Ella se acercó y se sentó a la orilla de la cama. -¿Quieres hablarlo?- Volví a negar. -Está bien, entiendo entonces. Si quieres algo de desayunar me avisas, ¿bien?- Asentí con una ligera sonrisa. No dijo nada más y se fue.

Su actitud había cambiado desde el accidente hacia estos tiempos. Antes me hubiese sermoneado por no asistir a clases solamente por no tener ganas ni ánimos de ir, pero ahora es diferente. Viene a mi habitación y pregunta cómo estoy, me trata de una manera muy pacífica, es muy atenta en general e intenta comprenderme antes de gritarme.

Mi celular sonó unos segundos después de tanto pensar, lo tomé sin muchas ganas y respondí sin siquiera ver de quien se trataba.

-¿Hola?- Fruncí el ceño al no recibir respuesta. -¿Hola? ¿con quién hablo?- Siguió en silencio. Estaba por colgar hasta que escuché una voz imposible de olvidar.

-Estúpida señal de mierda.- Mi queridísima Maya. -¿Enana estás ahí? ¿Me oyes? ¿Me escuchas? ¿Me sie-

-Si te escucho, lamentablemente.- Rió.

-¿Cómo estás aparte de homosexual?- Reí negando con la cabeza.

-Meh, regular supongo. Aunque estoy esperando que vuelvas de tu mágico viaje de amor.

-Ay niña tonta, no tienes porqué esperar más.- Fruncí el ceño confundida. Escuchaba pasos en la escalera. -Abre la puerta zanahoria.- Miré el celular aún más confundida. Colgué la llamada y me levanté para abrir la puerta. 

-¿Qué...?- Sonreí ampliamente al abrir la puerta y verla parada ahí, justo enfrente de mí.

-¿Me extrañaste pequeña zanahoria gay?- No aguanté más y la abracé. -Tomaré eso como un si.

ᴛʜᴇ sᴄɪᴇɴᴛɪsᴛ [sɪʟʟɪᴇ] (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora