Capítulo 11 "Trato infernal"

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En el instituto todos estaban nerviosos por la llegada de los representantes de la Clave, cuando las puertas del instituto se abrieron dejando paso a los que acababan de atravesar el portal desde Idris la respiración se cortó para muchos de los presentes.

Para Aciel era la primera vez que los veía, nunca había visitado la cede en Idris. Cuando acompañaba a su tía Izzy se quedaba en casa mayormente, poco conocía él de esa tierra. Se había escapado ocasionalmente por las noches para explorar sin conseguir mucho a decir verdad. Pese a su falta de conocimiento sobre Idris, Aciel sabía que si la Clave estaba allí nada bueno significaba.

Lidia presidía el recibimiento, los recién llegados se detuvieron delante de ella y repasaron a todos los presentes en el lugar antes de siquiera dirigirle una mirada a la rubia. Sus ojos se detuvieron en la familia Herondale-Fairchild. Aciel se sintió desnudo ante la vista de aquellos cazadores de sombras, con ellos viajaban también dos Hermanos Silenciosos y él daba lo que fuera con tal de que estos no le estuvieran mirando en ese momento.

— Señora Branwell— saludó el Inquisidor, Diego Rosales, había sustituido a Robert Lightwood.

— Señor Inquisidor— respondió Lidia con firmeza.

Aciel a veces se preguntaba de dónde sacaba Lidia la fortaleza para enfrentar a los de la Clave de esa manera sabiendo que estaba en su lista no grata. Él era alguien fuerte pero normalmente evitaba los problemas y enfrentamientos siempre que pudiera, no podía evitar compararse con sus padres. Él simplemente era todo lo contrario a aquellos adolescentes rebeldes que se convirtieron en héroes.

— No quisiéramos alargar esto más allá de lo necesario— comentó otro cazador de sombras, aunque Aciel no sabía quién era.

— Por favor, seguidme a la sala de reuniones— dijo Lidia para luego caminar seguida de los visitantes. Más atrás fueron Jace, Clary, Izzy, Simon y su abuela Maryse.

A Aciel le habían dado la importante misión de cuidar de los gemelos Lewis como si su vida se fuera en ello. Literalmente podía pasar dada las bromas que se les ocurrían a los diablillos. Recordaba todavía el Instituto en llamas producto de un intento de experimento por parte de esos dos demonios.

Su padre lo comparó con Izzy experimentando cocinar, en su época él no entendió nada hasta que tiempo después estuvo enfermo y ella le hizo una sopa para que se recuperara. Literalmente pasó de estar en cama por tres días con gripe a pasar un mes sin poder volver a entrenar.

Dejando atrás a todos los demás cazadores del instituto, el inusual grupo de nefilims se adentraron en el salón de reuniones para luego cerrar la puerta asegurándose de que no eran seguidos para escuchar a escondidas. Lidia estaba preparada para lo que pasaría cuando dijera lo que ocurrió, pero aun así seguía nerviosa.

Se jugaban mucho en este intento, especialmente cuando determinaran los interrogatorios con la Espada Mortal. Ella confiaba en Sunna y, aunque no recordaba nada por más que lo intentara, sabía que algo había hecho la pequeña que les aseguraba salir ilesos de todo esto. Pero ella no podía dejar de pensar en su hijo en casa esperándola, por eso les ayudaba tanto. Ella misma sabía lo que era ser padre y si su pequeño estuviera en una situación así no sabría ella cómo reaccionaría.

— Y bien señora Branwell— insistió el Inquisidor— ¿Dónde está la niña?

— No lo sabemos— respondió Lidia sin amilanarse por las miradas de los representantes de la Clave.

— ¿Cómo dijo?— preguntó de nuevo.

— No lo sabemos— repitió ella— sabemos que llegaron a esta dimensión, incluso les visitamos. Conocí a la niña y la entrevisté, pero hace dos noches ocurrió un ataque demoníaco y luego de eso ella y sus padres desaparecieron— informó de la situación de forma muy profesional, aunque eso no aseguraba nada para la Clave.

Luz angelicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora