Capítulo 15 "El Libro Rojo"

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Magnus y Alec estaban en el Hotel. Estar encerrados sin saber qué hacer para poder proteger a sus familias e hija estaba matándolos. Habían hablado con Rafael de miles de opciones pero no llegaban a nada en concreto.

Sunna les había dicho que tenían que relajarse, que las cosas irían pasando tal cual tenían que pasar, pero para ellos eran simplemente las palabras de una niña que quizás no comprendía totalmente lo que sucedía.

—Señores— saludó Rafael entrando en la habitación donde estaban los dos sentados con cara de afligidos— tenemos visitas— anunció.

—¿Visitas?— preguntó dudoso Alec.

No entendía quién podría venir al hotel cuando hacía más de cuatro horas que el sol se había puesto. Si era un vampiro no debería de considerarse visita.

Rafael solo presentó una sonrisa ladina para moverse de la puerta. De esa forma dejó visible ante ellos la imagen de Aciel, quien se veía tímido e incómodo pero no temeroso, aun sabiendo que estaba en la guarida de los vampiros.

Antes de que los esposos pudieran decir nada Sunna entró en la habitación desde su conexión por el baño y corrió hasta acercarse a Aciel y abrazarlo. Incredulidad y estupefacción plasmadas en el rostro de Magnus y Alec.

—Lograste venir— fue lo que dijo Sunna al separarse del abrazo que le daba al chico— ven, entra— lo tomó del brazo y lo hizo pasar cerrando la puerta tras de él, poniendo una runa de cierre y repasando la de silencio.

—Sunna— la llamó Magnus— ¿Qué está pasando?

—Aciel me está ayudando, nos está ayudando— anunció como si fuera lo más obvio del mundo— antes de dejar el Instituto le pedí un favor, una misión especial. La llevó a cabo con éxito y ahora está aquí para ayudarnos a salvar a todos.

—¿Misión? ¿Ayuda? Sunna por el Ángel ¿De qué hablas?— exigió Alec.

Sunna suspiró y haciéndole un ademán a Aciel y Rafael para que se sentaran, como si este último no estuviera en su propia casa de cierta forma, se lanzó a explicar la misión de Aciel y lo que él tenía que hacer al igual que la conversación durante el día a través de la mente.

Posterior a eso Aciel explicó a detalle lo vivido en el interrogatorio con la Espada Mortal y en el Mundo de las Almas. Magnus sintió un nudo en la garganta cuando este habló de Ragnor como si estuviera vivo.

—Lo que no entiendo es por qué no dijiste nada— espetó Alec.

—No podía, era un peligro decirlo— respondió Sunna muy segura de sí misma.

—Entonces tendrían que entrar a Idris— comentó Rafael. A él no le interesaba que la pequeña no hubiese dicho nada, sino el que la historia que Ragnor quería que ellos leyeran podía ser la clave para todo esto.

—No podremos— intervino Magnus— apenas pongamos un pie allí sabrán que hemos entrado y ahora mismo mantenernos alejados de la Clave es lo principal.

—Hay una manera— intervino Aciel haciendo que todos lo miraran.

—¿A qué te refieres?— le incitó Alec a hablar.

—Soy un Herondale y un Morgenster. Puedo acceder a través de un portal a las casas de estas familias en Idris sin ser detectado, moverme por sus calles sin llamar la atención, nadie repararía en mí— explicó el muchacho.

—No, ni hablar— negó Alec— eres muy joven y si algo te pasa Jace me mataría y yo no me lo perdonaría.

—No me pasará nada, es solo ir, entrar a la casa de Ragnor y buscar el libro— rebatió él.

Luz angelicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora