Magnus había estado revisando a todos los brujos. Por lo que podía ver todos estaban preparados para la batalla. Clary volvía a activar las runas de alianza para que cazadores y subterráneos compartieran poder y pronto se dieron cuenta que había demasiados subterráneos en comparación con la cantidad de nefilims. Los niños y personas mayores de los subterráneos no lucharían pero la mayoría de estos eran inmortales así que eso no afectaba en gran medida el número.
Sunna había tenido que intervenir usando una runa especial que les daba la capacidad de tener habilidades de cazador de sombras aunque no estuvieran vinculados a uno. A muchos les había extrañado, pero era la única forma de seguir adelante con el plan.
Se habían trasladado a Idris, donde en la visión de Aciel y Sunna se mostraba el campo de batalla. Sabían que aunque quisieran, las salvaguardas no resistirían ni los protegerían, por eso los niños y ancianos de los nefilims se habían ido con los pocos subterráneos que no lucharían.
En ese claro del bosque había un lago relativamente mediano que permitiría el acceso a las criaturas del mar y esto sellaba al último de los aliados que tenían entendido los nefilims que aparecerían en la guerra. Pero Sunna seguía desesperada.
Quedaban menos de 48 horas y todavía no había logrado su cometido de salvar el alma de su abuela para que Asmodeus pudiese ayudarlos contra los demonios de Beelzebu. Por eso aprovechó ese pequeño y raro instante en que Magnus estaba solo para acercársele, a sabiendas que su papá había sido llamado por la Clave por algún motivo que él desconocía. Aunque ella sí sabía cuál era.
— Papi— le llamó Sunna cuando estuvo cerca.
— Hola, mi ángel— la saludó Magnus acercándola a sí mismo y besándole la frente. Se hizo a un lado dándole espacio a la niña a que se sentara con él en el mullido sofá.
— Estás preocupado— Sunna podía sentirlo.
— Todos lo estamos— repuso Magnus sabiendo que él, en efecto, estaba más preocupado que la mayoría. Se podía decir que estaba aterrorizado.
— Papi— inició Sunna sin saber muy bien cómo hacerlo— háblame de la abuela.
— Bueno, Maryse es una mujer…peculiar— empezó a responder Magnus pero Sunna le interrumpió.
— Me refería a…tú mamá— el rostro de Magnus fue de pura confusión. Sunna nunca había preguntado por su madre y él no le dedicaba muchos pensamientos porque le dolía.
— ¿Por qué quieres saber eso ahora?— preguntó Magnus.
— Porque se acerca una guerra y…me duele lo que sucede— respondió Sunna parsimoniosa— pensé que quizás podría saber más de lo que me rodea. De quienes son mis padres. No sé nada de tu infancia, en cambio me sé de memoria la de papá y...— Sunna se detuvo ante lo que iba a decir, pensó mejor y cambió un poco la idea— lo poco que sé fue a través de aquel día cuando tenía tres años y no quiero saber estas cosas de esa manera.
Magnus miró a su hija, quien tenía una mirada triste. Era más que lógico que Sunna quisiera saber cosas de cuando él era niño, sobre todo con Alec contándole detalle por detalle su infancia y adolescencia. Incluido la aventura interminable con su parabatai y la pelirroja calabaza a la que Magnus había visto crecer.
— Mi madre era una madre excepcional. Era buena, dulce, cariñosa— inició su respuesta Magnus— me dormía en las noches con una nana que ocasionalmente te he cantado y me despertaba con el olor del desayuno y sus besos. Era buena y no la culpo por lo que pasó.
Sabía que la niña conocía esta parte de la historia de la vez que leyó su mente, pero entendía que quisiera que él se abriera voluntariamente a ella. La verdad es que a él también le vendría bien hacerlo. No había dejado fluir todo aquello apropiadamente nunca.
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Luz angelical
Hayran KurguMagnus es feliz al lado de su marido, pero cada día el deseo de ser una familia aumenta por más que quiera controlarlo. Tiene mucho miedo sobre el futuro, pero... ¿Qué pasaría si de un evento desafortunado él obtuviera aquello que desea? Aunque le...