Capítulo 30 "Una ayuda celestial"

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Era la celebración de fin de año, esa semana habían decidido que preferían pasarla sin pensar en guerras ni asaltos, por lo que a lo largo de esos días habían estado preparando todo para el festivo día. La celebración se llevaría a cabo en el lot de Magnus en Brooklyn debido a que la niña lo había convencido de que quería que repararan el lugar luego del ataque del demonio, pues era el hogar que Magnus había escogido para su familia.

El brujo se había emocionado con la petición de la niña y junto a ella y sus subterráneos amigos habían reconstruido con magia todo el sitio y redecorado. Aunque se mantenía el silloncito rojo que a Sunna tanto le encantaba. Presidente Miau compartía habitación con Sunna y Shiro, pero estos tenían su espacio en la estancia pues Shiro como dragón ya era de más del doble de metros que cuando habían llegado de Eldryss y al Sunna aplicar la runa este quedaba del tamaño de un pastor alemán.

Sunna sabía que ese día podría ser el último que viviría como familia y por eso había realizado aquel movimiento en navidad. Quería que pudieran disfrutar de ese momento sin necesidad de guardar rencor ni dolor. Los pequeños gemelos corrían por la casa detrás de Shiro, mientras Presidente Miau observaba todo desde la parte superior de un estante para no ser molestado por los diabólicos hermanos. Maryse intentaba controlarlos junto con Alec pero de nada servía.

Clary y Jace llegaron con Jocelyn y Luke y Aciel se fue a saludarlos. Este había pasado los últimos tres días con los Lightwood-Bane en su casa por petición de Sunna, a la cual Jace no había sabido negarle el permiso que ella pedía para que Aciel se quedase con ellos. Jem y Tessa se hacían cargo de la cocina mientras Catarina ayudaba a Magnus a organizar y Rafael era quien se hacía cargo de Sunna, la pequeña quería ayuda para peinarse y no quería que fuera con magia.

— No entiendo por qué me lo has pedido a mi cuando tu padre es un maestro en esto— se quejó Rafael, aunque no se sentía mal ni enojado por estar arreglando el rubio cabello.

— Quería acercarme más al primer hijo de mi papi— respondió inocentemente la niña sin perderse la reacción de Rafael. Cierto que el vampiro no podía sonrojarse pero Sunna sintió su pensamiento.

—Solía peinar a Rosa, mi hermana menor— comentó Rafael, no sabía por qué le contaba esto a la niña siendo probable que ella ya lo supiera— ella murió hace cinco años.

— ¿No quisieras tener una familia?— preguntó Sunna— un amor, hijos o en su defecto, sobrinos— sugirió la niña.

— Tuve sobrinos a los que no conocí. No me apasiona la idea de estar con alguien físicamente. Amo a tu padre así que no soy indiferente a los sentimientos, solo que él es como un padre para mí. Pero la idea de una familia no suena mal— respondió el vampiro pensativo.

— Entonces yo no soy tu sobrina, sino tu hermanita menor— comentó Sunna sabedora de lo que eso hacía en Rafael.

El vampiro terminó su arreglo y le dio la vuelta a la niña para mirarla de frente, por eso se arrodilló en una de sus piernas delante de ella.

— Sí, eres mi hermanita— aceptó el vampiro sonriendo, a lo que Sunna respondió con un brillo intenso de cabello y tirándose al cuello del hispanohablante en un apretado abrazo— bueno, estás lista— anunció él.

Sunna se observó en el espejo de pie que su padre había colocado en su habitación. Vestía totalmente de blanco y parecía un ángel por ello. Era un vestido vaporoso tipo muñeca, pero a ella le encantaba vestirse así porque era similar a los diseños de la Inglaterra Victoriana que ella tanto amaba por haberla visto en la vida de Magnus o en libros de historia y películas.

Llevaba sus zapatos plateados brillantes que destacaban sus medias semitransparentes donde brillaban mariposas de lentejuelas plateadas. Su cabello Rafael se lo había rizado y dado volumen para recogerlo en una media cola, dejando dos rizados finos mechones sueltos enmarcando su rostro y una pequeña raya al lado izquierdo de su cabeza.

Luz angelicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora