La pelirroja se acercó al gato y al dragón disminuido que se encontraban en medio de la cama que Rafael le había dado a su pequeña invitada cuando Magnus llegó pidiendo por ayuda. Su sorpresa no disminuía ni un poco, era simplemente increíble. Con los años que ella tenía nunca había visto un dragón dócil y domesticado, menos aún un dragón blanco símbolo de paz y poder.
Alec no entendía qué podía hacer la mujer por su hija pero confiaba en que Rafael sabía lo que hacía por lo que solo se mantuvo alejado. Por unos minutos todo estuvo en silencio, Merli miraba primero a los ojos de Presidente Miau y luego cambió a los ojos de Shiro. El nefilim empezaba a desesperarse de no ver resultados ni nada pasando estando su hija desaparecida cuando finalmente la mujer habló.
— Bueno querido, ellos no saben dónde está la niña aunque saben con quién está y por eso no están preocupados— dijo sin poder separar de su voz la emoción de su encuentro con el dragón blanco.
— ¿Y se puede saber cómo sabes eso?— preguntó Alec cansado de ser ignorado, entendía que lo estaban ayudando pero eso ya era mucho.
— Porque puedo hablar con los animales, bestias y seres mágicos a través de la mente. No puedo revisar sus recuerdos, solo establecer un puente de comunicación. Si quieren mentirme bien pueden hacerlo. Es como hablar normal con alguien, solo que sin pronunciar palabras— explicó inalterable la pelirroja— hace muchos siglos fui una bruja pero me convertí en vampiro por un evento desafortunado. De mis antiguas habilidades esto fue lo único que me quedó.
— Oh, entiendo. Lo siento— dijo un muy apenado Alec, aunque no menos insistente— entonces ¿con quién está mi hija?
— Ellos dicen que la niña les dijo que iría con su padre a hacer una visita familiar— respondió la vampira— ¿Esto significa algo para usted?
Alec apenas si podía respirar, se quedó lívido. Sentía su corazón latir más lento de lo normal y como un ligero mareo que aumentaba se apoderaba de su cabeza haciéndolo ver borroso. Los llamados de Rafael y Merli llegaban lejos como si estuviera sumergido bajo agua. No podía creerlo, su hija, su pequeña estaba en Edom. Y con ese pensamiento en mente se desmayó siendo sostenido por Rafael para evitar que cayera al suelo.
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Magnus estaba impaciente, podía sentir como si algo malo le estuviese pasando a Alec. La verdad era que desde que Sunna había convertido a Alexander en inmortal él podía sentirlo casi como si fueran parabatais. Algo imposible pero así era y su esposo afirmaba lo mismo. Por eso en ese momento tenía la certeza que algo malo le había pasado a Alec.
— Señor Bane— entró una hermosa joven a la habitación donde él estaba desde que había llegado su hija y hecho el trato con Asmodeus— mi señor le llama, dice que ya está todo listo.
— La sigo entonces— respondió sin cortesía. En otras circunstancias hubiese sido diferente, pero estaba en Edom y sabía que esa chica era un demonio disfrazado y que ninguno era bueno.
Caminaron por los largos pasillos del palacio del Primer Príncipe del Infierno y descendieron hasta el salón en que habían llevado la conversación que inició todo aquello. Allí Asmodeus lo esperaba sentado en su trono encima de una escalinata, al igual que la pequeña Sunna que se encontraba en el medio del salón.
Apenas entró se dirigió rápidamente a donde su hija, parándose al lado de esta y poniendo su mano encima del hombro contrario al que quedaba pegado a él. Sabía que ese gesto protector no la protegería pero al menos lo calmaba a él.
— Magnus, tu hija tiene buenas noticias para mí— informó Asmodeus— y por ende, para nosotros.
— La runa está lista, podría ser grabada por mí la primera vez pero luego solo puede ser repetida en otros demonios por aquel que haya tenido la runa primero— afirmó la niña sin demostrar ninguna expresión en el rostro.
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Luz angelical
FanficMagnus es feliz al lado de su marido, pero cada día el deseo de ser una familia aumenta por más que quiera controlarlo. Tiene mucho miedo sobre el futuro, pero... ¿Qué pasaría si de un evento desafortunado él obtuviera aquello que desea? Aunque le...