Capítulo 7 "Voy a recuperarla"

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El fuego impactó en él y quemando su ropa dejó a la vista el fulgor de la runa en su pecho que impedía que su cuerpo recibiera algún daño.

— Para— dijo Sunna saliendo del cuarto, inmediatamente Shiro dejó de expulsar fuego.

Todos estaban atónitos, la sala de estar estaba en muy malas condiciones pero nadie había salido herido afortunadamente. Magnus corrió a donde su esposo y en un chasquido de dedos le vistió, Sunna se acercó a Shiro y grabó en el dragón la runa que antes había roto disminuyendo su tamaño.

— Quiero que se vayan— pidió, su voz resonó en el silencio del lugar— Ahora.

— Fuera de mi casa— dijo Magnus quien sostenía a Alec todavía temeroso de que algo le hubiese pasado— FUERA— gritó y Jocelyn y Luke ayudaron a sacar a Clary y Jace mientras Simon se llevaba a Aciel. Maryse e Isabell parecían las más renuentes a irse— Maryse no quiero tener que pedirlo de nuevo— dijo Magnus quien se acercaba a su hija para cargarla. La niña permanecía temerosa sin mirar a nada en particular. Las dos mujeres dejaron el apartamento.

— Lamento todo esto— dijo Alec mirando a su alrededor.

— ¿Qué dices? Bobo— comentó Magnus acercándose para que este cargase a Sunna— mira— movió sus manos y chispas violetas, azules y verdes centellaron para que luego el salón quedase reparado como nuevo.

— ¿Estás bien, mi sol?— preguntó Alec tocando con delicadeza el rostro de Sunna, la pequeña solo asintió. Magnus se le acercó con el conejo de peluche y la niña lo cogió estrechándolo en sus brazos.

— ¿Quieres ir a dormir?— preguntó el brujo pasándole la mano delicadamente por entre la lacia cortina dorada que era el cabello de la niña.

— ¿Con ustedes?— preguntó con una voz angelical.

— Claro, mi sol— Alec respondió.

.

.

El sol entraba por el gran ventanal. Magnus fue el primero en despertar, caminó por la estancia cubierto por un albornoz azul brillante y miró las paredes lisas del apartamento que durante años había sido suyo y comprendió que era hora de cambiar. Así que movió sus manos echando chispas y fue adaptando todo a su gusto.

Alec se despertó con el olor a café llegando por la puerta, si conocía a su marido sabía que lo había invocado de alguna parte porque él jamás haría café. Se levantó con cuidado de no despertar a Sunna y fue hacia donde suponía que se encontraba Magnus, pero al salir al pasillo se tropezó con que algunas cosas habían cambiado.

Los colores del lugar eran más brillantes, en las paredes habían cuadros con fotografías de ellos durante los años desde que Sunna era bebé de menos de una semana de vida. En el centro del salón había un sillón rojo tomate que Sunna siempre había querido. Y en el comedor un desayuno caliente para tres esperaba por el despertar de los dormilones.

— Vaya— fue lo que dijo Alec haciendo que su esposo notara su presencia.

— ¿Te gusta?— preguntó Magnus con un grácil movimiento de la mano señalando alrededor.

— Es increíble— dijo acercándose a este y besándole en los labios— Te amo— susurró provocando una sonrisa en el brujo que le besó.

Sus manos recorrieron la espalda de piel caramelo mientras el otro enredaba sus manos en el negro cabello.

— PAPI— el grito de felicidad y los pasos que indicaban que Sunna venía corriendo los hizo separarse entre suspiros, les faltaba el aire, tendrían que esperar a luego.

Luz angelicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora