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Cuando Tarah soltó las palabras así sin más, me quedé helada. Realmente no me lo esperaba, pero debo admitir que se siente un poco bien que por fin me esté dando señales de confianza y también de comunicación.

La cosa era que, por primera vez, a Tarah le había llegado la regla. Ella apenas entendía lo que estaba sucediendo con su cuerpo y era por eso que se encerró en el baño. Creyó que era algo malo y quiso resolverlo por su propia cuenta. Cuando fui al baño en busca de toallas higiénicas, descubrí que no tenían ni siquiera nada parecido. Ella había utilizado el papel higiénico y lo había colocado en sus bragas, para retener la sangre. Pero nuevamente se había manchado y se avergonzaba de aquello.

-Cariño, es super normal- le aseguré acariciando su hombro. Por primera vez, estaba invadiendo su espacio personal- Todas las mujeres lo tenemos. Yo tuve mi primera vez a los trece... y fue en la escuela. ¡Ugh, quería morir allí mismo!- reí mirándola. Ella sorbió su nariz- Tenía una mancha roja visible en mi pantalón de gimnasia. Una maestra tuvo que ayudarme a limpiar y luego mi madre vino por mí. Con el tiempo, comprendí que el ciclo menstrual es algo natural de nuestro cuerpo, no una maldición.

Pasó la mano por debajo de su nariz- ¿Entonces estoy bien?

-¿Tu madre no te explicó sobre esto?- ella negó con la cabeza- Tranquila, estás más que bien. Iré a preguntar si tienen unas toallas femeninas.

Creo que ella ni siquiera sabía de lo que estaba hablando, pero asintió sin protestar. Salí de la habitación y para mi fortuna, Austin aún no se había ido a dormir.

-Austin, ¿quién entrega los suministros?

-Depende. ¿Qué necesitas?

-Toallas higiénicas.

-Oh. ¿Estás indispuesta?

-No, pero... Tarah sí. Necesita algo más cómodo que papel de baño.

-Claro, claro. Espera unos minutos, iré por ellas.- corrió a la intersección del vagón pero antes de salir, volvió a mirarme con una mueca bastante graciosa- ¿Cómo las pido?

Reí- Como te dije. Toallas higiénicas, o femeninas. Los tampones creo que es preferible que los use más adelante. Y la copa también. Y si por esas casualidades no consigues nada de eso, por lo menos trae algodón y le haré una toallita casera.

Austin quedó petrificado.

-Okey... okey- se dio la vuelta y salió susurrando- Toallitas... tapones... copa... ¿una copa?... algodón...

Reprimí la risa volviendo con Tarah. Tenemos muchas cosas que hablar.

Durante el tiempo que tardó Austin en ir por las cosas que le pedí, Tarah escuchó todo lo que tenía para decirle sobre lo que le estaba sucediendo a su cuerpo. Le expliqué el por qué, cada cuánto sucedía y cómo manejarlo. Por suerte, sus lágrimas se habían detenido. Simplemente se encontraba sorprendida y un poco asustada.

Fue gracioso cuando Austin tocó la puerta y apareció con una bolsa entera de productos de higiene.

-¿Es suficiente?

Tomé dicha bolsa, examinando su interior- Más que suficiente. Gracias, Austin.

Él miró a su hermana y le dedicó una sonrisa antes de salir por la habitación.

Tarah y yo no nos dormimos hasta que ella se colocó la toalla justo como le enseñé y hasta que terminamos de hablar un poco más del asunto. Sorprendentemente, me sentía aliviada de que yo haya decidido aceptar este viaje. No puedo imaginarme a la chica pasando por esto sola, sin el apoyo de su madre, y sin ningún conocimiento.

Circus (+18) I COMPLETA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora