11

2K 182 69
                                    

Austin y yo nos adueñamos del baño luego de conseguir la tintura. No me gustaba la idea de decolorar mi cabello por los daños que podrían llegar a producirse en dicho procedimiento. Por eso conseguimos un tinte de caja, sin amoniaco. Duraría poco menos de tres meses, ya que, con los lavados, el color irá perdiendo fuerza. Sin embargo, ambos estuvimos de acuerdo que podemos repetir el proceso de vez en cuando.

-Aquí dice, "empiece colocando el producto en las raíces del cabello"- él leyó con atención las indicaciones del papel.

Ya teníamos la mezcla preparada en el tubo que trajo el paquete. Austin llevaba puesto unos guantes transparentes para no mancharse. Yo, en cambio, me había sentado en el inodoro, justo frente al espejo, con una toalla alrededor de mis hombros. Jugaba con mis dedos mientras pensaba en cómo llegaría a quedarme el nuevo color.

Austin comenzó con el trabajo una vez leídas todas las instrucciones con minuciosidad, aunque de vez en cuando las chequeaba. Deposité toda mi confianza en él luego de observar su precisión y organización para hacer las cosas. Eso hizo que dejara todo en sus manos para este cambio.

Sentí en la parte superior de mi cabeza la aplicación del producto. Intentó colocarlo en todas mis raíces, procurando reservar una buena cantidad de tinte para el resto del cabello. Luego, dejamos actuar por varios minutos, y una vez que pasó el tiempo indicado, procedimos a la siguiente etapa.

-Puedes... apoyar tu cabeza contra el lavabo. Así puedo lavarte el cabello y colocarte el shampoo.

Obedecí, quedando, esta vez, frente a él. Sentada en el pequeño banco, dejé caer mi cabeza para que los mechones se adentraran en el lavabo. Austin se abrió las piernas, dejando las mías dentro de las suyas. Sus cálidas manos comenzaron a hacer magia en mi cuero cabelludo, logrando que sus dedos masajearan satisfactoriamente la zona. No pude evitar cerrar los ojos.

Pusimos música de fondo. Estar metidos dentro del tren por tantas horas llegaba a ser muy agotador y aburrido, por lo menos con esto nos entreteníamos un poco. El hecho de estar encerrada, personalmente, también me provocaba mucho calor, así que terminé por quitarme la sudadera que llevaba encima. Como debajo llevaba una camiseta sin tirantes, sentí algunas gotas bajar por mi cuello, e incluso llegar a mis pechos.

Estaba tan jodidamente relajada que no me había percatado de una nueva respiración que, repentinamente, se encontraba muy cerca de la mía. Sé que Austin se mantiene a pocos centímetros de mí para hacer bien el trabajo. ¿Pero qué tanto? No me atreví a abrir los ojos para comprobarlo. Al contrario, disfruté del inesperado sentimiento.

Mi pecho subió y bajó conforme pasaron los segundos. Cerré mis piernas con fuerza. La punta de la nariz de Austin había rozado la mía.

-Te ha quedado precioso- susurró, ahora esparciendo el shampoo.

-¿Tú crees?- tragué saliva. Mi corazón parecía a punto de salir explotado de mi pecho.

-Ujum...

¿Cómo es que un gruñido tan grave ha enviado tantas sensaciones a mi cuerpo?

Fue entonces que me atreví a abrir los ojos. Nuestras miradas se conectaron como si fuese automático, algo brilló en la suya. Efectivamente, Austin se encontraba demasiado cerca, con sus labios entreabiertos, y probablemente se habrían chocado con los míos si no fuese porque él se alejó de inmediato al entender la peligrosa posición en la que estábamos.

¿Iba a besarme?

-Joder, um...- masculló- Ya está. Sólo queda escurrir y secártelo.

Se enderezó y fue por una toalla para secar sus manos, pude ver cómo temblaba ligeramente. Su pecho también se encontraba alterado, al igual que el mío. Y pude notarlo especialmente porque los tres botones de su camisa estaban desabrochados.

Circus (+18) I COMPLETA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora