Capítulo 27

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Frank había decidido ir a buscar a Gerard para que vayan juntos a su nuevo hogar, aquella maravillosa casa de la que el tatuado tanto le había hablado en el pasado. Fue una muy triste despedida la que el pelinegro tuvo con Mikey, pero también había sido muy bonita, porque ambos se abrazaron y se dijeron cosas tiernas. Todo estaba saliendo perfecto, como se supone que debía ser.

Ahora los enamorados se encontraban en el auto del tatuado, uno  que le había regalado su padre para que pueda llevar a su familia a donde sea. El joven de ojos esmeraldas observaba por la ventanilla con una gran sonrisa en sus labios, al mismo tiempo que acariciaba su vientre con dulzura, dándole las caricias suficientes para que sus hijas pateen en respuesta a su amor. Frank observaba a Gerard de vez en cuando, mirando aquella felicidad que reflejaba, algo que era muy contagioso. Frank lo único que quería era hacer feliz a su Gee, nada más y nada menos que eso.

— Estás hermosísimo, Gee — Soltó el tatuado admirando la belleza única que el pelinegro poseía, quien lo miró con una gran sonrisa al escuchar su precioso comentario que hacía que se sonrojara levemente.

— Te amo, Frankie. Te amo mucho — Contestó sin borrar esa linda sonrisa que tenía. El castaño llevó una de sus grandes y tatuadas manos al vientre donde sus bebés descansaban, para repartir pequeñas caricias. Gee llevó su delgada y pálida mano a donde Frank la tenía posada, para colocarla sobre la suya y sentir su dulce calor.

— Te amo más, hermoso. Eres el amor de mi vidaDijo sonriente, viendo ese particular brillo en los hermosos ojos esmeraldas de su Gee — No tienes idea de lo mucho que te amo...

— Creo que lloraré — Confesó el pelinegro, quien tenía sus ojos lagrimosos ante las palabras que el tatuado había soltado. Últimamente estaba más sensible de lo normal, él suponía que era por el embarazo.

— No, caramelito, no llores. Quiero que sonrías, te lo mereces — Frank aprovechó que estaban en semáforo en rojo para acercarse rápidamente a Gee y darle un tierno besito en sus labios rosados, sintiendo su hermosa calidez, también sintiendo esas preciosas sensaciones que le transmitía cada vez que probaba sus dulces y apetitosos labios — Eres hermoso...

El viaje fue bastante largo, ya que su nueva casa quedaba lejos de la ciudad, pero el viaje estaba siendo muy bonito. Hablaban con Frank sobre muchas cosas, entre ellas sobre el nombre de sus hijitas, más lo grande y extensa que era la casa. El nombre que habían pensado para sus niñas eran Lily y Cherry, les parecían unos hermosísimos nombres para sus niñas. Ya estaba decidido, esos serían sus nombres. En el camino tuvieron que frenar un poco en una estación de servicio para comprar algo para comer y además Gee necesitaba ir al baño, y luego de eso siguieron el camino para ir a su casa. Lo más impresionante de todo fue que al llegar su nuevo hogar era muy grande. Además quedaba en un hermoso bosque, donde muy cerca había una laguna en la que antes jugaba Frank cuando era niño. Sin dudas el mejor lugar del mundo. Su casa era de color amarillo y blanco, los colores favoritos del pelinegro, quien sonrió enormemente al verla, porque estaba cien por ciento seguro de que su esposo había preparado todo esto para él.

— ¿Te gusta, Gee?— Preguntó con dulzura abrazándolo por la espalda, colocando sus manos en el vientre del joven de ojos esmeraldas, quien asintió sin borrar su sonrisa — Y eso que todavía no viste la hermosa sorpresa que te tengo, caramelito — Susurró con ternura en su oído para luego dejar un fugaz beso en la regordeta mejilla de su Gee.

— Ay Frankie, estoy muy feliz con todo esto— Confesó Gerard, dándose la vuelta para ver a Frank, quien soltando una risita acomodó un mechón de cabello negro detrás de la oreja del hombre a quien tenía enfrente suyo.

— Lo único que quiero es hacerte feliz, quiero que sonrías siempre — Dijo sin dejar de ver la cautivadora belleza de Gerard. Sus ojos esmeraldas, sus labios de rojo carmesí, sus mejillas rosadas, su piel pálida, sus cejas muy bien delineadas por encima de sus ojos, sus largas pestañas y su cabello negro, todo en él era más que perfecto. — ¿Entramos?

— Claro — El tatuado tomó la mano tan delicada de su bonito pelinegro para entrelazarla con la suya. Tomados de las manos se adentraron a la hermosa casa de la que ahora eran dueños. Todo era maravilloso. Absolutamente todo lo era. Gerard al entrar vio que el suelo estaba alfombrado, y era de color bordó, el cual combinaba con las paredes que estaban tapizadas con ese mismo color. Había floreros en los que tenían hermosas Lirios por todas partes, y la sala de estar era increíble, un sofá blanco se encontraba en el centro y también había una gran chimenea.

Había una escalera tan preciosa de madera que los llevaba al piso de arriba. Todo estaba sumamente hermoso. Antes de subir decidieron ver la cocina, la cual además de ser grande, era perfecta, todo lo que debía tener estaba allí. Luego de estar observando detalladamente cada parte del piso de abajo, por fin subieron con mucho cuidado los escalones para ir a la planta de alta.

— Esto te gustará, lo sé — Dijo Frank antes de abrir la puerta rosada que tenía un letrero que decía "love". Lentamente la abrió, dejando ver lo que se encontraba en esa habitación. Gerard se sorprendió ante lo que veía. Allí había dos cunas de color blanco. Las paredes estaban pintadas de un rosita claro, también había millones de peluches de diferentes animales y colores, algo muy bonito de observar. La habitación de sus hijas era hermosísima. Hasta los muebles que se encontraban allí eran hermosos.

— Es... — Quiso decir algo, pero un nudo se formó en su garganta impidiendo que siguiera hablando, es que estaba muy emocionado y muy sensible a la vez. Muchas emociones juntas.

— no llores, bebé...— Se acercó a Gee y lo abrazó con fuerza, dejando que éste solloce tranquilamente en su hombro.

— Es que esto es todo lo que soñamos, Frankie — Contestó Gerard entre lágrimas, colocando sus manos alrededor del cuello tatuado del mayor, quien lo abrazaba tiernamente para que pueda estar tranquilo — Te extrañé mucho...

— Y yo a ti, cariño... — Susurró con dulzura, transmitiéndole todo el amor que tenía para darle. El de ojos avellanas sabía que Gee estaba muy sensible, más que de costumbre, así que por esa razón trataba de calmarlo siempre, quería hacerlo sentir bien y feliz en cada momento — ¿Entonces te gustó?

— Me encantó — Contestó sonriente, sin dejar de llorar aún. Porque de verdad esto era todo lo que habían soñado desde que se conocieron. Desearon con todas sus fuerzas ser papás, hasta hubo mucha tristeza en el pasado por no poder cumplir su sueño. Pero ahora ese sueño, el que en su momento parecía muy lejano, se estaba cumpliendo — Gracias...

— Te amo, Gee. Eres todo lo que me importa, tú y mis hijas. Prometo no irme nunca, bebé. Porque te amo, te amo mucho — Dijo Frank, abrazando con más fuerza al bonito joven de cabellos negros, quien era un mar de lágrimas. El tatuado estaba más que feliz por tener devuelta en sus brazos tatuados al amor de su vida, a quien en todos estos meses lo había extrañado muchísimo. No entendía cómo había sido tan estúpido en irse y dejar a su dulce Gee, quien seguía llorando por cierto.

Gerard no solamente lloraba por la linda sorpresa, sino que estaba percibiendo algo extraño, una sensación muy rara en su pecho se instaló cuando entró a su nuevo hogar. Algo que lo angustió de sobremanera. Quizás era por lo sensible que estaba, o eso quería imaginar. No quería preocupar a Frankie, no en este momento, no era necesario, quizás era imaginación suya y sólo era que estaba más sensible de lo normal. Pero verdaderamente lo angustió mucho, tanto que no dejaba de llorar. Aún así no dijo nada, sólo dejó que Frank lo protegiera con sus fuertes brazos que envolvían su cuerpo. Poco a poco su llanto fue calmando al igual que esa angustia que seguía instalada en su pecho. ¿Qué estaba pasando? ¿Una advertencia quizás? Dios quiera que no pase nada malo, no ahora, están bien como para pasar por una desgracia.

— ¿Estás bien, bebito?— Preguntó Frank sin dejar de abrazarlo.

— Sí, Frankie. Sólo que sigo emocionado — El nombrado soltó una risita que hizo sentir millones de cosas a Gerard.

— Sabía que te gustaría.

— No me gustó. Me encantó...

Todo estaba bien, y así se supone que debía seguir.

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😩

Love of my life •Frerard•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora