Era una noche de lluvia. Frank se encontraba en casa, mirando la televisión mientras que afuera llovía con mucha fuerza, parecía que en cualquier momento el cielo se caería, pero mucho no le preocupó, porque siguió mirando "Cobra Kai" al mismo tiempo que comía unas palomitas que Bob le había preparado antes de irse a la casa de su madre.
Mientras veía esa entretenida serie pensaba en Gerard... En si estará bien. Había pasado una semana en la que le había dicho que lo iba a recuperar, desde ese entonces no se habían vuelto a hablar, y realmente se sentía mal por besarlo aquella noche, pero no se arrepentía de nada. Pero ese acto había provocado que Gerard ya no le volviese hablar, ahora mismo se sentía un idiota.
“Enemigos por un día, Cobra Kai de por vida” Dijo uno de los personajes de la serie, sinceramente no le estaba prestando atención a la televisión, sólo pensaba en Gerard. Suspiró algo cansado, amaba la lluvia y mirar series, pero nada de eso le gustaba si Gee no estaba a su lado.
— ¿Por qué no me esperaste?— Preguntó Gerard sonriente al ver que su esposo había comenzado la serie sin él.
— Porque tardaste mucho en bañarte — Contestó Frank haciéndose a un lado en el sofá para que su lindo pelinegro se sentase allí. Pero la serie quedó en segundo plano cuando observó a su bonito chico de ojos esmeraldas... Traía una falda muy corta de color rosa pastel, con unas medias largas que llegaban hasta sus rodillas que también eran del mismo color, y un top negro que le quedaba a la perfección. Frank se le quedó mirando embobado ante la preciosura que tenía como esposo.
— ¿Te gusta mi vestimenta?— Le preguntó el pelinegro con una sonrisa burlona en sus labios, sentándose a su lado para luego cruzarse de piernas, siendo observado por el tatuado en cada movimiento que él hacía.
— Gerard... Estás hermoso — Dijo el castaño con sinceridad. Estaba hermoso y muy sensual.
— ¿Quieres ver la serie o quieres verme a mí? — Gerard soltó una pequeña risita porque su esposo no dejaba de verlo con deseo, lo cual para nada lo ponía incómodo, hacía que sienta calor en todo su cuerpo por ser observado de tal modo — ¿Quieres que te ayude?— Preguntó señalando con su vista el marcado bulto de Frank, quien se sonrojó un poco ante aquel pequeño incidente que su Gee había provocado en él.
— S-Si — El pelinegro sonrió y sin hacerse rogar tanto se levantó del sofá y se arrodilló frente a él, llevando sus traviesas manos a la bragueta de su muy querido esposo, quien lo miraba con mucho deseo desde su lugar.
El timbre sonando por toda la casa fue lo que interrumpió su muy bonito recuerdo. Bufando apagó la televisión y se levantó del sofá dirigiéndose a la puerta. Mientras iba hacia la puerta pensaba en quién podría ser, porque Bob no volvería dentro de dos días, y además afuera llovía como nunca, así que nadie se atrevería a ir a su casa con este diluvio, o eso pensaba él. Al abrir la puerta del otro lado se encontró a Gerard, quien traía sus ojos rojos por tanto llorar, se veía terriblemente triste y tenía unas marcas muy notorias en su pálido cuello. Se sorprendió un poco cuando el pelinegro se abalanzó sobre él para abrazarlo con fuerza y sollozar sobre su hombro, obviamente correspondió el abrazo. Gee estaba empapado por la lluvia, toda su ropa estaba mojada y también su cuerpo templaba por el frío que también hacía afuera.
— ¿Qué pasó, Gee?— Preguntó Frank sumamente preocupado al oír el llanto de su ex esposo, quien sólo lloró con mucha más fuerza, abrazando por el cuello a Frank más fuerte, sintiendo como los brazos tatuados del amor de su vida le daban seguridad y calma, justo lo que necesitaba — Ven... — Dijo llevando el cuerpo de Gee dentro de la residencia, cerrando la puerta con su pie. Se sentaron en el sofá, Gee lloraba como nunca y Frank estaba a su lado, tomando sus manos pálidas con ternura, acariciando éstas con amor y dulzura, como sólo él sabía hacerlo.
— Perdón por venir sin avisar... — Dijo Gerard en un hilo de voz, se sentía realmente mal — Sólo que tú eres la única persona que me da calma.
— Puedes venir aquí las veces que quieras, Gee. Sabes que también es tu casa — Contestó Frank con sinceridad, mirando a los hermosísimos ojos del amor de su vida, quien no dejaba de llorar como a un recién nacido.
— Muchas gracias, Frankie...
— ¿Por qué lloras, Gee?, ¿Es por mi culpa? — Frank temía que las lágrimas que el pelinegro estaba derramando sean por causa suya, porque no toleraba que su Gee llore por su culpa, jamás se iba a perdonar todas las cosas que le había hecho a su bonito chico.
— No, Frankie. Tú no me hiciste nada... Es sólo que...
— Puedes confiar en mí, Gee — Lo alentó a seguir Frank, quien lo miraba con una pequeña sonrisa, motivando al pelinegro a seguir con su relato del porqué lloraba así.
— Bert me invitó a su casa... Creí que haríamos una cena y ahí terminaría todo, pero no. Sus intensiones eran otras... Me besó el cuello, le dije que parara pero no lo hizo, me duele — Dijo tocando su zona afectada por los dolorosos besos de Bert — Me comenzó a tocar todo el cuerpo, le decía que se detuviera pero no me hizo caso, me quise soltar de su agarre pero... él era mucho más fuerte que yo. Entonces le grité, le dije que me dejara, pero sólo se rió y me dijo que únicamente servía para dar placer, que no valía nada, que nadie me quería — Y el pelinegro volvió a sollozar delante de Frank, a quien le hervía la sangre, ahora mismo quería ir a donde vivía ese tal Bert y partirle la cara a golpes — Me fui de su casa y vine aquí para que me abraces y me digas que todo va a estar bien — Dijo Gee en un hilo de voz. Frank lo abrazó sin siquiera dudarlo, acunando la cabeza del pelinegro en su pecho, dándole la seguridad que necesitaba en estos momentos.
— ¿Él te llegó a hacer algo?— Preguntó Frank con algo de miedo ante la respuesta. El pelinegro simplemente negó con la cabeza, haciendo que el castaño sienta calma y alivio— Tú eres una maravillosa persona, Gee... Para mí vales demasiado. No tienes idea de lo mucho que te quiero. Te protegeré ahora y siempre, Gee. Y lo haré porque te amo con todo mi corazón — Susurró Frank con ternura, al mismo tiempo que acariciaba el cabello de Gerard con amor, haciendo que éste calme su llanto poco a poco y se sienta protegido ante los tatuados y fuertes brazos del amor de su vida, quien realmente lo amaba mucho.
— ¿De verdad me amas?— Preguntó Gerard sin soltarse del abrazo, realmente tenía la duda sobre si Frankie lo amaba, las inseguridades aún no se le iban, y cada tanto los recuerdos tristes llegaban a su mente para hacerlo sentir peor, por eso es que Gee se sentía inseguro sobre el supuesto amor que Frank le tenía, necesitaba oírlo de sus propios labios para creerle. El castaño se soltó del abrazo con cuidado, tomando entre sus tatuadas manos la preciosa carita de su Gee, viendo directo a sus ojitos rojos por tanto llorar, estando así muy cerca de su rostro.
— Te amo más que a nada en este mundo, Gee. Eres el amor de mi vida — Susurró sobre sus labios. El pelinegro casi se pone a llorar de nuevo ante la sinceridad de las palabras de Frank, quien ahora se acercaba poco a poco a sus labios, quería darle un beso, quería sentir la suavidad de su lengua, quería sentir las corrientes eléctricas recorrer su cuerpo de pies a cabeza, quería sentir ese lindo cosquilleo en su estómago, quería sentir el amor de Gee... Y lo hizo, y fue correspondido.
Amaba a Gerard, y Gerard lo amaba a él.
Luego de varios minutos de estar besándose con lentitud y ternura, se separaron por falta de aire, viéndose directo a los ojos ante todas las sensaciones que habían sentido con un simple beso.
— ¿Quieres que te dé ropa para que te cambies, Gee?— Le preguntó Frank amablemente, ya que el de ojos esmeraldas tenía la suya mojada a causa de la lluvia.
— Si no es mucha molestia — Contestó el pelinegro haciendo una sonrisa tímida.
— Ven — Tomó su pálida y delgada mano entre la suya y lo guió hasta su habitación. Al llegar le entregó un pantalón para dormir y una remera negra. Cuando estaba por irse para que Gee pudiera cambiarse, su voz lo detuvo impidiendo que salga.
— Muchas gracias por todo, Frank — Agradeció Gerard con una pequeña sonrisa. Frank amaba las sonrisas de Gerard...
— Gracias a ti, Gee.
— ¿Por qué?
— Por aparecer en mi vida — y esas hermosas palabras fueron las que hicieron que Gerard soltaran unas pequeñas lágrimas ante lo dicho... Se sentía amado.
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Love of my life •Frerard•
Fiksi PenggemarUn matrimonio de años, y también un engaño de por medio. Frank va a hacer hasta lo imposible para volver a recuperar la confianza y el amor de Gerard. •Mpreg. 28/12/2020