Siendo lunes por la tarde, Quetzal me pidió que nos reunamos en el café de la mamá de Itzan, ¿la razón?, entregarme el dinero para poder pagar el viaje de invierno.
Llegué 10 minutos antes de la hora que acordamos y eso es porque quiero conversar con la señora un momento, saber cómo se encuentra y pedirle que me de turnos extras en la semana para poder juntar el dinero y pagarle a Quetzal.
En eso, escuchamos el timbre de la puerta y venía él, con su estilo que lo hace único y me hizo una seña de que me acercara, le dije a la señora que iría y ella me sonrió.
Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana y él comenzó a hablar.
-hola Zoe, no te vi en el instituto hoy, ¿dónde te metiste?- habló con su particular sonrisa que lo hace muy atractivo para mí.
-estuve en la biblioteca la mayoría del día, tengo examen de literatura en unos días más- y en eso llegó la señora a tomar nuestra orden, pedimos dos cafés americanos y dos medialunas.
-siempre tan aplicada Zoe, bien, a lo que vinimos- y me entrega un sobre blanco- allí está el dinero, no te preocupes en pagarme, porque supe por ahí que estás de cumpleaños en unas semanas más, así que tómalo como mi regalo- dijo sonriendo, ¿acaso este chico nunca dejará de sonreír?
-¡oh no!, por supuesto que no Quetzal, no puedo aceptarlo- mencioné devolviéndole el sobre.
-vamos Zoe, tómalo, no acepto un "no" por respuesta- una parte de mí no quería aceptarlo, porque me sentía mal si lo hacía, pero otra parte me decía que lo hiciera. Decidí optar por lo que creo que es lo mejor.
-lo aceptaré- y su sonrisa se ensanchó- pero solo si me dejas pagarte después- dije observándolo fijamente.
-Zoe, es un regalo, recíbelo así o me veré obligado a hacer algo que no te gustará- ¿de qué está hablando este chico?
-ah sí, ¿qué cosa?- y fruncí las cejas.
-no puedo decírtelo aún- habló con cara victoriosa.
Finalmente lo pensé por un par de minutos que parecieron horas y decidí aceptar, pero le dejaría el dinero apenas lo reúna en su casillero, así no podría negarse.
Luego de esa charla me fui a mi departamento y Quetzal se fue a la suya, cada uno por caminos diferentes.
Un nuevo despertar y era el día del pago, me acerqué a la fila que se encontraba en el patio central del instituto, unos diez chicos estaban delante de mí pagando y recibiendo la entrada que consistía en una pulsera junto a un collar con un número que es tu identificación.
Estaba esperando cuando noté que llegaron más chicos detrás de mí. Al fin llegó mi turno y pagué, me entregaron la pulsera y el collar, los guardé en mi mochila y me dirigí a mi casillero.
En la clase me encontré con Quetzal, quien estaba sentado en los primeros asientos, lo saludé inclinando la cabeza y me dirigí al fondo, abrí mi libreta y me puse a garabatear diversas figuras abstractas.
La clase y el día transcurrió normal, a la salida me junté con George quien me fue a dejar al café para trabajar un turno.