Serpentine, ch. 25

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PARTE SIETE: 

EL HECHIZO HA SIDO CONJURADO

CAPÍTULO VEINTICINCO

Harmony empezó a cansarse de esperar a que volviera, por lo que entró al baño, pensando que terminaría antes de que él llegara. Se detuvo frente al retrete, se puso los vaqueros, y comenzó a abrocharse el botón cuando la puerta principal se abrió. 

Voldemort entró y vio el estado en el que estaba con un destello de sorpresa. Él apartó la mirada, pero no se movió del umbral de la puerta, tuvo que hacerse un hueco para pasar, por lo que la cara de Harmony se enrojeció mientras rozaba su cuerpo. 

Rápidamente él entró al baño, cerrando la puerta tras él, y pronto ella escuchó el sonido del agua de la ducha. 

Harmony caminó hasta el sofá y se hizo una bola en él, observando las llamas del fuego mientras rugía. 

"Pareces distante," dijo Barty en su oído, haciendo que saltara. Él dio la vuelta al sofá mientras llevaba su bandeja de comida. "¿Estás pensando en mí?"

"Nunca," respondió. Barty se dirigió a la mesa y colocó la comida. Se tomó su tiempo para colocar dos platos, dos tenedores, dos cucharas y dos cuchillos. 

"Así que," comenzó a hablar, "he escuchado que las cosas entre el Maestro y tú no van nada mal." Por su tono, Harmony estaba segura de que Lucius le había dicho algo sobre hoy. 

"Me ha enseñado a aparecerme," respondió con sencillez. 

"Apuesto a que te enseñó muy bien," dijo Barty con una sonrisilla. El conjuro serpentine de Harmony se apretó sobre su cadera, y ambos escucharon el agua cerrarse. "¿Vas tú después?" preguntó esperanzado, señalando con su cabeza el baño. 

"Busca otra cosa que hacer," le ordenó despiadadamente mientras intentaba ocultar el rubor de sus mejillas. 

"Debes obedecer a tu Señora, Barty" Llamó Voldemort mientras salía del baño y caminaba directamente hacia Harmony. Él acercó una mano hacia ella y ella se levantó mientras la cogía. "No queremos que se nos quede la comida fría, ¿verdad que no?" añadió mientras la llevaba a la silla. 

Harmony se dio cuenta de que Voldemort no se haba puesto ropa de noche, sino que había salido con una bata de terciopelo verde que rozó su mejilla cuando se sentó en la silla. Barty aún estaba sonriendo ampliamente cuando habló. 

"Eso haré, mi Señor," dijo. "No querría ser una molestia, ahora, ¿verdad?"

"Demasiado tarde," susurró Harmony bajo su aliente mientras veía a Barty marcharse. Su Maestro levantó la mirada hacia ella y ella le miró inocentemente. Ella le echó café en una taza, y añadió azúcar y crema como sabía que a él le gustaba. 

"Debe ser algún tipo de arte eso," comentó mientras la miraba. 

"El qué, ¿echar el café?"

"No, hablar con la mirada," dijo. "Nunca he conocido a nadie con unos ojos tan expresivos como los tuyos."

"¿Qué hay de los tuyos?"

"¿Mis ojos son expresivos?"

"¿Tú que piensas?"

"Quiero saber lo que  piensas," contraatacó. 

Ella encontró su mirada y se miraron. Lo tonto de la situación provocó que se le escapara una risa. "Yo... no lo sé. Dime lo que piensas."

"No quieres saber en lo que estoy pensando," ronroneó, y la miró lo suficiente para que ella se incomodara. 

Evitó su mirada el resto de la cena. 

La semana siguiente, toda la casa parecía estar aguantando la respiración por la anticipación. Todos los mortífagos que ella y su Maestro cruzaban en el pasillo se mantuvieron serios y callados; sus cabezas estaban completamente en otro lugar. Incluso Barty apenas tenía tiempo para pararse y molestar a Harmony durante esos momentos raros en los que estaba sola. 

Era como el zumbido de un panal lleno de abejas esperando alguna clase de revuelo para poder sacar toda su ira. Incluso Voldemort —quien normalmente se pasaba el rato discutiendo técnicas en duelos o fabulando sobre su pasado— se había retirado a sí mismo y había comenzado a agitarse más fácilmente. 

Harmony notó su inquietud mientras dormía. Su sueño se había vuelto más frecuente e intenso. Desde que ella misma había comenzado a tener pesadillas, Harmony comenzó a intentar evadir el sueño todo lo que pudiera. Se quedaba despierta enumerando en su cabeza todos los hechizos y conjuros que había aprendido hasta ahora, y observaba a su maestro mientras se giraba a su lado en la cama. 

Voldemort estaba enseñándola a aparecerse cada día más lejos. Aunque a ella le entusiasmaba aprender más y más, cuando la semana terminaba esa formalidad que la rodeaba había afectado a su humor tanto que incluso su celebración por la aparición completa hasta el Callejón Knockturn había sido breve. En ese momento, Harmony estaba tan cansada que nada podría evitar que se quedara dormida, y de vuelta estuvo rodeaba por la densidad de las pesadillas que la cazaban. 

La mañana siguiente tras su aparición exitosa al Callejón Knockturn, Harmony se levantó con los párpados pesados como si no hubiera dormido ni un segundo. Volvió la mirada y vio una sombra sentada a su lado en la cama. Voldemort le estaba dando la espalda, con sus pies colgando de la cama. Él ni hablaba ni se movía, por lo que Harmony se preguntó si estaría aún dormido. 

"¿Mi Señor?" Estuvo a punto de llevar una mano a su hombro. Pero se forzó a no hacerlo y a esperar a que contestara. 

Como si el sonido de su voz despertara algo en él, la cabeza de Voldemort se giró en su dirección. Él llenó sus pulmones y lentamente sacó el aire. Rodó sus hombros hacia atrás y llevó una mano hacia su cuello para masajear algunos de sus músculos. 

"No he dormido bien," dijo con su voz rasposa. 

"Ni yo," admitió. 

"He estado pensado..." Comenzó. 

"¿Hm?" dijo mientras evitaba un bostezo.

"Es hora."

Harmony se sentó en la cama, su corazón latiendo a mil por hora. "¿La hora de qué?"

Voldemort estiró su cuello para mirarla, pero ella no logró ver su cara entre las sombras. "Vamos a tentar nuestra suerte hoy," dijo ominosamente. "Podríamos perfectamente morir, pero merece la pena arriesgarse por el premio."

A Harmony no le gustó como había dicho tentar la suerte, pero aún así se acercó a su Maestro con anticipación, animándole a que continuara. 

"Hoy pretendo comenzar a enseñarte el Cascadia Máxima," dijo, su voz fatigada y reacia. "Es uno de los hechizos defensivos defensivos más fuertes creados nunca, y habría preferido comenzar un día que estuvieras más descansada, pero no tenemos mucho tiempo para aprender." Él rodeó su cadera con la sábana y salió de la cama. Entró al baño y volvió, alisando sus ropas negras. 

Harmony fue a coger su varita, pero él dijo, "No necesitarás tu varita. La puedes dejar aquí."

Ella asintió, aunque mientras él estaba distraído colocando su ropa, ella se aseguró de colocar su varita en su bota izquierda. 

ꜱᴇʀᴘᴇɴᴛɪɴᴇ ꜱᴇʀɪᴇꜱ | ᴛᴏᴍɪᴏɴᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora