ꜱᴇʀᴘᴇɴᴛɪɴᴇ ꜱᴇʀɪᴇꜱ | ᴛᴏᴍɪᴏɴᴇ

Serpentine, ch. 37

CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

Harmony no estaba segura de cuánto tiempo llevaba durmiendo. Solo recordaba levantarse de un sueño sin descanso y escuchar el sonido de las olas que golpeaban el acantilado de fuera. Por momentos, el rugido de las olas se sincronizaban el sonido de la respiración de Voldemort en su lado de la cama. Mientras ella dormía, él la había movido a su lado de la cama. Le miró, encontrándoselo aún con los ojos cerrados.

La sábana le llegaba a la cintura, revelando su pecho desnudo. Ella se tomó un tiempo para observarlo sin que lo notara. Nunca antes había visto a un hombre completamente desnudo, y no tenía ninguna queja por lo que veía. Sus músculos estaban tonificados pero no macizos, y solo había un poco de pelo en su pecho.

Cuando se giró para mirarlo, sintió la mano que tenía sobre ella bajo las sábanas. Ante su despertar, sus ojos se abrieron una rendija y respiró temblorosamente, la piel en su pecho tensándose. Cuando dejó salir el aire, miró sin emoción alguna al techo frente a él y colocó sus manos bajo su cabeza mientras Harmony observaba. Durante ese momento estuvieron tumbados juntos como siempre lo habían estado. Ella cerró los ojos y escuchó el intervalo equilibrado en sus respiraciones.

Es gracioso, pensó, ahora que estoy acostumbrada al sonido de otra presencia en la cama a mi lado, creo que será difícil dormir sin ella.

Ante este pensamiento, él habló, rompiendo el silencio de la mañana.

"Harmony," dijo como si estuviera en medio de una reflexión.

Después de un segundo en silencio ella respondió con suavidad, "¿Sí?"

Su Maestro se aclaró la garganta antes de decir nada más. "¿Recuerdas esa habitación que encontraste en las profundidades de la mansión? La que te enseñó un vistazo de tu futuro."

"Mm-hmm," respondió, preguntándose porqué sacaría ahora ese tema.

Su Maestro hizo una pausa antes de decir, "Yo, también, entré a esa habitación."

"¿Por qué hiciste eso?" preguntó con curiosidad. El único motivo por el que había encontrado esa habitación era porque se había perdido. El simple hecho de buscar la habitación ya era peligroso.

"Cuando me dijiste que habías encontrado allí a una mujer perdida, pensé que sería una buena idea asegurarme de que ninguno de mis seguidores había acabado allí por accidente," dijo. "Pero cuando encontré la habitación, no había nadie allí. Todo lo que encontré en la habitación fue un trozo de mi futuro."

"¿Si?" preguntó Harmony con una curiosidad que crecía por momentos.

Su Maestro se detuvo un momento para ordenar sus pensamientos. "Vi una lápida. La niebla ocultaba mis pies y un viejo sauce se movía lentamente por el viento no muy lejos de mi. Y justo en frente había una lápida. No era la mía." Él frunció el ceño mientras visualizaba la escena en su cabeza. "Era la tumba de Lucius Malfoy."

Harmony le miró intrigada.

Él continuó, "Caminé más cerca de la lápida, tallada en mármol y con una serpiente vuelta en una rosa. Pero era lo que estaba escrito en la piedra lo que no puedo sacarme de la cabeza. Bajo el nombre de Lucius estaban talladas las palabras, 'Aquí yace un hombre que las mujeres sueñan tener y que los hijos desean ser."

Harmony sonrió ante eso. A pesar del comportamiento hostil de Lucius Malfoy hacia ella, personalmente, esas palabras le confirmaban que aún tenía una familia que se preocupaba por él. Era la única cosa en su vida en lo que el hombre realmente había acertado.

"Pero no lo que entiendo," dijo Voldemort hacia ella desconcertado. "Es que la lápida no decía nada sobre sus habilidades como mago, o sobre su apellido, o sobre su posición en mis filas como uno de mis más fieles seguidores." Su confundida expresión se oscureció. "¿Y sabes qué? Por alguna razón—una razón que aún ni yo mismo entiendo— le envidié."