Serpentine, ch. 28

587 67 2
                                    

CAPÍTULO VEINTIOCHO

Voldemort luchó contra la barrera invisible que evitaba que pudiera acercarse a su madre y a esa gárgola sucia muggle. Miraba desesperanzado mientras su padre hería a su padre en la cama. 

La primera vez que había soñado con ello casi le vuelve loco, incapaz de salvar a su madre de la crueldad de su padre. Si hubieran sido cualquier otra pareja no le habría importado lo más mínimo lo que hicieran en su propia casa. Pero esta mujer era su madre, la heredera de Salazar Slytherin. Deseaba poder agarrar el pálido cuello de Thomas Riddle y apretar con todas sus fuerzas. La imagen solía aparecer en sus sueños. Sabía que no había nada que pudiera hacer. 

Todas las veces ocurría lo mismo, solo el dolor y la angustia se renovaban por sí solas, abriendo una herida ya cicatrizada. Riddle la golpearía, ella le rogaría que se detuviera, y después Voldemort la llamaría. Mérope le diría que "salvara el heredero". Él nunca había entendido a lo que se refería. Le preguntaba todas y cada una de las veces, aún así se despertaba en su cama sin la respuesta. 

En esta particular ocasión, sin embargo, fue especialmente difícil —estaba desesperado por la respuesta, sentía que estaba más cerca que nunca a conseguirla. Se despertó con la imagen de su preciosa madre, el dolor fresco en su cabeza. Sintió una convulsión en su estómago y tuvo que respirar hondo hasta que se le pasó. Cuando aclaró su cabeza y se sintió preparado para volver a dormirse, Voldemort intentó girar hacia su lado izquierdo para darle la cara a Harmony. Pero mientras se movía, algo ligero en su pecho evitó que se moviera. Sorprendido, casi impulsó su mano hacia su varita para apartarlo de él. 

No podía ver en la oscura habitación, así que colocó su mano sobre lo que eso fuera para poder definir su forma. Sintió la un tejido sedoso y el calor, piel suave. Su mano se apartó cuando se dio cuenta que era su brazo el que había estado apretando. Ella se abría girado mientras dormía. Su cabeza había caído de su almohada y había ido a parar sobre la suya. 

La temperatura de su cuerpo le calentó cuando se abrazó a él, y por un momento efímero, Voldemort se sintió —no solo. Un calor raro se inició en él, haciendo que se diera cuenta que poseía a alguien con quien podía compartir absolutamente todo; una afinidad perfecta. 

Justo ahí no había ningún pasado, no había futuro, tan solo el presente. Sentía todo aquello en ese minúsculo momento, antes de ser transportado a la realidad con el pensamiento de que si ella hubiera sido cualquier otra mujer, él habría apartado su mano enfadado y se habría marchado. Pero Harmony no era cualquier mujer. Ella era diferente. 

Voldemort quería volver a dormirse, pero si se daba la vuelta entonces la mano de Harmony podría caerse y despertarla. Así que flexionó cada músculo, desde sus dedos de los pies hasta su cabeza, se relajó con un suspiro y volvió a dormirse. 

Harmony se despertó cuando sintió a alguien tocarla. Aún estaba mareada por el sueño, pero a pesar de eso pudo sentir a su Maestro pasar su mano por su brazo hasta llegar al hombro. Se encontraba tumbada sobre él con su brazo izquierdo punzando su estómago, sus nudillos se presionaban contra su muslo. 

Ella pretendía esperar hasta que él volviera a dormirse para moverse todo lo lejos que la cama le permitiera. Pero justo en ese momento no se atrevía a moverse. Podía sentir el rápido movimiento de su corazón, aunque hizo todo lo posible para ignorarlo controlando su respiración para fingir que estaba realmente dormida. 

Sin embargo, mientras esperaba a que volviera a dormirse, su cabeza comenzó a pensar en otras cosas, y antes de darse cuenta, estaba dormida de nuevo. 

Cuando se despertaron por la mañana, a Voldemort no le avergonzó liberarse de su extremidad. Y con su cara, roja de vergüenza, se apartó de su lado de la cama y llevó las rodillas a su pecho intentando protegerse. 

ꜱᴇʀᴘᴇɴᴛɪɴᴇ ꜱᴇʀɪᴇꜱ | ᴛᴏᴍɪᴏɴᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora