ꜱᴇʀᴘᴇɴᴛɪɴᴇ ꜱᴇʀɪᴇꜱ | ᴛᴏᴍɪᴏɴᴇ

Serpentine, ch. 36

CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

Su alrededor cambió drásticamente, a comparación con el caos de la batalla. Cuando se aparecieron, aterrizaron en terreno inestable, y Harmony cayó sobre su espalda, arrastrando a su Maestro con ella hacia el suelo. Rocas puntiagudas se clavaron en su delicada piel. El peso de su Maestro encima de ella la llevó con más fuerza al suelo, por lo que hizo una mueca de dolor. Con un quejido, el Maestro se levantó a sí mismo y la ayudó a ella .

La pareja miró a su alrededor. Habían acabado en un acantilado cubierto por hierba a tan solo un metro de una profunda caída en el océano. Echaron un vistazo al límite y vieron las olas chocar con violencia contra la piedra del acantilado.

Harmony se rió avergonzada, "Eso estuvo cerca."

Voldemort la miró, "Demasiado cerca. Menuda revuelta sería: no habrían sido los cientos de aurores los que nos mataran, sino tu terrible habilidad para aparecerte."

"Aún estoy aprendiendo a aparecerme," dijo a la defensiva. "Además, ha pasado mucho desde que vengo aquí."

"¿Y dónde es aquí exactamente?" preguntó, mirando a su alrededor.

Harmony señaló en la distancia, "Aquí."

Él siguió su dedo con la mirada y reconoció un pequeño edificio que ignoraba el océano. Sus paredes blancas estaban cubiertas por varias conchas y tejas de colores, con unas ventanas grandes triangulares.

"La cabaña de la concha," dijo ella.

La pareja caminó hacia ella y Voldemort echó un vistazo a través de una de las ventanas. "¿De quién es esta casa?"

"Es del amigo de un amigo," respondió Harmony con simpleza. Ella sabía que Bill y Fleur estarían ayudando al Ministerio a resolver el problema de Hogwarts. Ella y su Maestro tenían menos de un día para pasar desapercibido antes de tener que moverse.

Harmony fue hacia la erosionada puerta e intentó abrirla. "Está abierta."

Salieron de la dura brisa salada y entraron hacia el calor de la seca cabaña. Su Maestro creó un orbe brillante en su mano que sostuvo al nivel de sus ojos mientras caminaban en las sombras azules, reconocieron sus alrededores.

Estaban de pie en la cocina, y Harmony vio una antigua estufa de hierro al lado de la pequeña mesa con un par de sillas. Rodeando las paredes había armarios de madera a juego con pomos con forma de concha. Se movieron por la oscuridad hacia la siguiente habitación donde había una cama acolchada. Al pie de la cama había un arcón.

Harmony dejó caer el bolsa y se colocó de rodillas para buscar velas en el arcón. Dejó las velas al rededor de la habitación en las mesas y las encimeras, y después las encendió con la punta de su carita. Cuando pudieron ver con claridad a través del brillo anaranjado, él apagó el orbe brillante con un chasquido de sus dedos.

"Así que," dijo, echando un vistazo por un esquina que daba a otra parte de la cabaña, "¿Un amigo de un amigo?"

"Sí," dijo Harmony, y después susurró rápidamente, "una pareja que trabaja en el Callejón Diagón, eso es todo. Personas muy amables. Sangre Puras. Te caerían bien." Dijo la última parte más alta para asegurarse de que la escuchaba.

La ceja de Voldemort se arqueó mientras inspeccionaba la habitación, pero no dijo nada.

"¿Por qué?" preguntó de repente, Voldemort se giró para mirarla. "¿Por qué no lo hiciste? Matar a Harry Potter, quiero decir... pensaba que habías dicho que no había nada que quisieras más que verlo muerto."

Su rostro se ensombreció, irritado por estar de vuelta en ese tema de conversación. "Consideré lo que dijiste. Supongo que tenías razón sobre una cosa; había demasiados aurores alrededor. Una vez que matara a Harry, habría sido eliminado al instante."