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—¿Quién te dió permiso de tocarlo?—espetó enojado.

—¡Y tú qu...!

Hyunjin le apretó el brazo desdeñoso, sin despegar la mirada de Changbin. Seungmin retrocedió un par de centímetros, se sentía incómodo estar tan cerca de Hyunjin.

—No pensé que llegarías tan lejos, Seo—Hyunjin soltó al chico, que corrió como un cobarde al refugio en las alas de Changbin.

—Entonces es cierto, el gorrión es tu novio—afirmó sonriendo, apuntando grotesco a la figura de Seungmin detrás de los grandes hombros del rubio.

—Vete, hablaremos después. Y llévate a tu manada de simios, que nunca más se acerquen a Seungmin ¿Oíste?

—Por supuesto, por supuesto—Seungmin pensó que no era tan segura su respuesta, Hyunjin tampoco le creyó ya que soltó un resoplido por los labios.

Changbin se fue, arrastrando al sujeto que quería golpear a Seungmin de la oreja, parecía regañarlo. Seungmin los miró confundido, no sabía que Hyunjin se mostraba a los demás de la misma forma que lo hacía con él; fría y sádica.

—¿Qué haces aquí?—Seungmin se rascó la oreja tímido, un gesto extraño hasta para él mismo.

—Vine a buscarte.

—Debiste enviar un mensaje—Hyunjin miró por la puerta de su salón, solo unos pocos compañeros seguían sentados conversando, la mayoría estaba comiendo en la cafetería.

—No-no lo pensé—el más bajo estaba nervioso, la confianza se le esfumaba cuando el semblante serio de Hyunjin lo enfrentaba. Inocentemente quería preguntarle por qué ya no le decía "cachorrito", el comportamiento seco del mayor le daba la sensación de que Hyunjin se avergonzaba de que lo vieran con él.

—¿Qué quieres?—volvió a preguntar, ignorando a Seungmin y concentrándose en mirar a los lados preocupado. El pelinegro confirmó lo obvio: Hyunjin no quería que nadie viera que conversaba con el patético estudiante del grado menor.

—Nada, nos vemos—susurró pasando por el lado, rozando suavemente los brazos de Hyunjin. Seungmin no quiso voltear para comprobar si lo seguía, pero sentía sus ruidosos y exagerados pasos detrás.

Era inevitable sentirse triste y desanimado, una parte de su consciencia le decía que no importaba lo que Hyunjin o los demás piensen de él, pero la otra sufría en un rincón preguntándose qué tan desagradable era fingir ser su novio, o mucho peor, ¿Seungmin era feo que le daba vergüenza tenerlo cerca?

—¿Por qué me sigues?—preguntó susurrando. Hyunjin estaba a solo dos metros, mirando distraído el paisaje de las ventanas mientras fielmente seguía a Seungmin.

—Quieres decirme algo pero todavía no dices una palabra. Deja de actuar tan tímido, cachorrito.

Se acarició las dedos inseguro, ya no tenía ganas de preguntarle por una cita, no soportaría ver su cara de dolor por verse atrapado un sábado. Llegaron al primero piso en silencio, muchos lo miraron curiosos, pocas veces veían a Hyunjin bajar o caminar por los concurridos patios en tiempo libre. El pelinegro dejó de tocarse los dedos nervioso, una de sus manos fue robada por Hyunjin, entrelazando sus manos.

—¿Qué haces?—susurró sonrojado, no esperaba una muestra de demostración de cariño físico en público—No...

—Vamos a comer, tengo mucha hambre.

—No es necesario que hagas esto—suplicó, caminando más lento a medida que se acercaban a la tienda. Hyunjin le apretó la mano, mirándolo de perfil habló:

𝐦𝐨𝐧𝐠 𝐦𝐨𝐧𝐠 𝐬𝐞𝐮𝐧𝐠/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora