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—¿Qué te pasó en el brazo, Seungmin?—le preguntó Jeongin curioso, apuntando con delicadeza el rasguño.

—Oh, me caí—Seungmin rió tímido, le daba vergüenza decir que un perro pequeño lo había tirado al suelo—Soy un poco torpe.

—¿Te duele?—Seungmin ladeó la cabeza, la verdad es que le ardía al rozar la piel con la sudadera de gimnasia—Eso lo responde ¡Espera!

Jeongin corrió a los camerinos, trayendo más tarde un estuche verde. Seungmin se sentó en las gradas divertido, observando como este buscaba estresado algo en el interior. Escuchó el silbido de la cancha, el profesor se acercaba para dar las indicaciones de la clase.

—¡Listo!—Jeongin sonrió satisfecho, sacando el envoltorio plástico de una curita—Estira el brazo—Seungmin obedeció, dejando que su amigo cubriera su herida con el parche.

—Muchas gracias—dijo asombrado por la amabilidad del peliazul. Tocó el diseño de ositos, era muy lindo cuando alguien se preocupaba por él.

—De nada, así no te molestará más—Jeongin cerró el estuche, sonriendo ampliamente hacía Seungmin—¿Me esperas? Iré a guardarlo al bolso.

—Claro, anda—Jeongin corrió nuevamente, tropezando un par de veces con estudiantes. Seungmin observó como su clase de reunía para escuchar al profesor hablar, le comenzó a dar nervios por no escuchar, odiaba cuando no sabía que hacer. Cuando Jeongin llegó ambos se sentaron atrás, escuchando atentos la mitad de la indicación—¿Qué dijo?

—Que vamos a jugar a las escondidas con la otra clase—respondió Lia, se arreglaba el cabello con Chae aburridas, Seungmin advirtió que estaban molestas.

—¿Un juego?—preguntó incrédulo Jeongin.

—Sí, donde queda una semana se clases antes del receso ya no hay nada que evaluar—Por supuesto, Seungmin lo había olvidado. El próximo Lunes Hyunjin ya no sería nada para él, dejaría de trabajar con Chan, y todo acabaría. El pelinegro se encogió asustado, no quería que la semana acabase, no cuando justo había descubierto sus verdaderos sentimientos—Bueno, eso hubiera dicho si realmente quedara una semana de clases.

—¿Por qué?—preguntó de nuevo, casi tenía el corazón en la boca de la posible oportunidad—¿No queda una semana?—quizá Seungmin había confundido la fecha. Lia se volteó, haciendo un puchero triste.

—Pues donde en algunas materias aún estamos pendientes por culpa de los festivos, debemos venir a clase durante el festival de otoño ¡Es horrible!—explicó, otros compañeros se sumaron a la queja, levantando la voz por todo el gimnasio.

—¿Te sientes bien, Seungmin?—Jeongin empujó suavemente sus hombros, sonriéndole.

Dios, Dios, Dios sí existía. Eso significaba que tendría una semana más con Hyunjin, una en la que debería decirle al mayor que le gustaba. Nunca antes se había confesado, no pensó hacerlo con Minho, pero Hyunjin era diferente, Hyunjin pensaba tontamente que Seungmin estaba enamorado de Minho. Y es que sí, el mayor llegó a la conclusión desde el día que se conocieron que Seungmin sentía algo más que amistad por Lee, en ese entonces cierto. Cuando caminaban por el parque después de que Hyunjin acariciara uno y mil perros, Seungmin le preguntó por qué adoraba tanto a esos animales.


—Me gustan porque son fieles, aunque le digas cosas hirientes o intentes irte, ellos seguirán para ti, siempre.

—¿Por qué no tienes uno?

—No tengo tiempo para cuidar de uno—respondió—Además, ya tengo un cachorrito—Seungmin ignoró la sonrisa arrogante que adornaba el rostro de Hyunjin.

𝐦𝐨𝐧𝐠 𝐦𝐨𝐧𝐠 𝐬𝐞𝐮𝐧𝐠/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora