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Seungmin se sentó en una de las mesas de la cafetería, tenía que buscar a un chico con uniforme escolar, de preferencia de una escuela muy lejos de la suya.

Bebió un sorbo de su té helado y miró detenidamente a cada cliente, algunos era lindos pero se veían demasiado mayores para ser estudiantes, además tampoco vestían uniforme. Decepcionado decidió mejor mirar a la calle, allí caminaba más variedad de personas.

Después de unos minutos descubrió que por la calle de enfrente paseaban los estudiantes de la escuela privada del distrito de cerca, recién salían de clases y se divertían en el barrio. Seungmin tomó su bolso y pagó la cuenta rápidamente, su candidato podría estar caminando ahora mismo, y él ahí, tomando té tranquilo.

—¡Gracias!

Saltó a la calle apurado, habían chicos realmente atractivos, tenían esa vibra de gente con dinero, incluso hasta uno lo miró despectivo. Seungmin se negó a sacarle una foto, por muy lindo que pareciera, él buscaba a alguien con mirada tierna, gentil y divertida, como la de Minho. Que fuese alto y tuviera el cabello brillante, de un color fuera de lo común, que parezca tan ideal a su novio imaginario que soñó desde pequeño. Alguien como...

—Él.

Definitivamente él. Seungmin cerró los ojos alucinante, el mundo le había enviado en el momento perfecto al hombre de sus sueños, el hombre que a solo unos metros sonreía y se humedecía los labios después de hablar. No supo por cuanto tiempo lo observó, cada movimiento de hombros, pies, el más delicado cabello que se acomodaba entre los demás. Seungmin se sonrojó al darse cuenta de sus pensamientos, quería con tanta intensidad que el sujeto lo mirase, solo por un segundo por casualidad, con eso estaría satisfecho.

Suspiró confundido, se preguntaba cómo es que existían personas que parecían ángeles, hermosos e irreales. El pelinegro despertaba cada día y lo único que veía en el espejo era una persona con belleza mundana, ni feo ni lindo, simplemente existiendo en un equilibrio. Tocó su cabeza peinando su desordenado cabello, no se comparaba con lo sedoso de ese chico, o el de sus amigas, tampoco se atrevía a usar otro tono de color, sentía que el negro era lo único que lo hacía ver más adulto, su rostro aniñado arruinaba la fachada del típico estudiante de dieciocho que la pubertad le golpeó, pateó y escupió. 

Seungmin abrió la cámara de su celular, preparándose para hacer la cosa más extraña en su vida, o por lo menos esa semana. Caminó al parque que estaba en frente del lugar en donde el apuesto estudiante conversaba con el que debería ser su amigo, Seungmin se acomodó en el césped buscando una pose con su teléfono que sea casual, que no se viera que estaba tomando fotografías a desconocidos.

El corazón le latía con más fuerza cuando el rubio se giraba a mirar la calle distraído, Seungmin apretaba tardío la pantalla, perdiendo la fe en obtener una buena foto.  Agradecía que su teléfono tuviera cuatro cámaras, solo tendría que hacerle zoom para que se viera más real. Una persona normal le preguntaría ¿Por qué no sacas fotos de Internet? Seungmin lo había pensado, pero era muy riesgoso, no sabría si ese sujeto podría ser famoso o si esa foto fue vista por muchas personas. Prefería irse por la opción más difícil, y más ilegal.

—Mírame...—susurró concentrado, quizá la ley de atracción serviría. Arrugó los ojos repitiendo una y otra vez lo mismo, hasta que finalmente algo pareció desconectarse, tal vez fue su corazón, su cerebro o ambos a la vez.

Lo estaba mirando.

Asustado Seungmin levantó la vista de la pantalla, pantalla que mostraba claramente la dirección de los rasgados ojos del muchacho. El rubio apretó la mandíbula, mientras que Seungmin desvío la mirada a otro lado tímido, no estaba al nivel de mirarlo con la misma intensidad.

𝐦𝐨𝐧𝐠 𝐦𝐨𝐧𝐠 𝐬𝐞𝐮𝐧𝐠/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora