Epílogo

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—Dios, déjalo respirar.

—Me sube el azúcar de solo verlos.

—¡Salven a Seungmin!—gritó Jeongin desde un rincón, probando un pedazo de pastel. La reciente costumbre de molestar a Hyunjin se había convertido en el pasatiempo favorito de los chicos, incluído el de Jeongin.

—No lo molesten—lo defendió Seungmin,  ladeando el cuello para que Hyunjin escondiera la cabeza en él, avergonzado—Es tímido.

Seungmin sintió la pesada respiración de su novio sobre la piel, ocasionando uno que otro suspiro. Hyunjin lo atrajo más cerca, apretando su cintura.

—No soy tímido, cachorrito—murmuró despacio, rozando los dedos en el borde de la camisa de Seungmin. Claro que no era tímido, para nada, menos cuando lo arrastraba a sentarse en sus piernas con todos sus amigos presentes.

Hyunjin se aprovechaba de su débil autocontrol.

—¿Tratas de convencerme?—susurró atraído, le volvía loco. Hyunjin dejó un casto beso en su mejilla, sonriendo engreído.

—No me coquetees, Seungmin.

—¡No lo estoy haciendo!—se quejó, estirándose en el pecho del mayor para observarlo detenidamente. Las largas pestañas se oprimían en los párpados al reír, sus pequeños y rasgados ojos juntándose en una fina línea—Eres hermoso.

Hyunjin detuvo la risa, mirándolo con sorpresa. Seungmin se ruborizó, aunque intentaba no ser tan directo con lo que sentía y pensaba, le era inevitable no hacerle saber a su enamorado que le encantaba de todas las formas posibles. Quería asegurarse de que Hyunjin supiera que a sus ojos, era perfecto, perfecto para él.

—Digo, bueno, no así—se atoró nervioso, rindiéndose a los encantos del mayor—Sí, estoy coqueteando—de un segundo a otro sintió los abultados labios de Hyunjin chocar con los suyos, rastrillando su sabor en la boca de Seungmin.

—Insisto, el pobre no respira—Seungmin rió entre el beso, las ocurrencias de Jisung le hacían gracia.

Se acomodó entre las piernas de Hyunjin, volteando la espalda para besarlo con más libertad, pero el suave golpe en su estómago le desanimó. Separó sus bocas decepcionado, quería continuar besándolo.

—Tambié eres hermoso, y te amo.

De los cinco meses que llevaban oficialmente como pareja, no eran tantas las veces en las que Hyunjin le decía que lo amaba, pero mientras veía el cariño desbordarse por sus exquisitos labios, o la brillante expresión adornar su rostro, estaba seguro que las palabras eran sinceras, que lo amaba y que era hermoso de la misma forma en que Hyunjin lo era para él.

—Pero serías más hermoso si ladraras y dieras tres vueltas, cachorrito—Seungmin se echó hacia atrás riendo, no importaba si ya habían pasado meses de aquel estúpido trato, Hyunjin no lo iba a superar jamás—Vamos, es mi cumpleaños.

—No.

—Me debes el regalo.

—Eres un materialista—el pelinegro jugó con los dedos de su novio, ignorando la conversación chismosa de Jisung y Jeongin al otro lado.

—Por supuesto, es mi cumpleaños. Además, soy mayor de edad, merezco un regalo.

—Hyunjin—lo llamó, comprobó antes que nadie estuviera escuchando,  descansando la nuca en el hombro del azabache. El antiguo cabello largo de Hyunjin ya no existía, ahora era corto y ondulado, ordenado en un costado. Seungmin extrañaba el cabello de Hyunjin, especialmente porque le gustaba hacerle diminutas trenzas.

𝐦𝐨𝐧𝐠 𝐦𝐨𝐧𝐠 𝐬𝐞𝐮𝐧𝐠/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora