O26

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(editado)

Jaemin seguía esperando que Jeno le dijera qué quería de regalo, porque en ese momento mientras lo veía de pie enfrente suyo, desabrochando su camisa, en lo único que podía pensar era que aquello estaba sucediendo al revés y que era Jeno quién le ...

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Jaemin seguía esperando que Jeno le dijera qué quería de regalo, porque en ese momento mientras lo veía de pie enfrente suyo, desabrochando su camisa, en lo único que podía pensar era que aquello estaba sucediendo al revés y que era Jeno quién le estaba regalando esa vista.

Se mantuvo en silencio, incluso cuando el castaño se le fue encima con parsimonia y lo besó con una extraña calma que sin poder evitarlo le causó un escalofrío.
Jeno nunca era suave, ni siquiera ahora que tenían algo serio y más sentimental que antes, y a él no le molestaba, claro que no, sí seguía siendo un amante de la encantadora rudeza y agresividad en los momentos en que lo tomaba. No podía evitar extrañarse al sentirlo tan suave, había algo más.

— Dottori, estás actuando raro —dijo sin vueltas cuando el castaño liberó sus labios y se quedaba a centímetros de su rostro.

Jaemin lo rodeaba tanto con sus piernas como con sus brazos, acariciando su espalda desnuda.

— Ya sé lo que quiero de regalo —dijo seriamente, con los ojos brillantes. El pelinegro lo miró interrogante, aunque una pequeña sonrisa se asomó al oírlo —, aunque no voy a decirte qué es, sólo lo haré, ¿bien?

— ¿No vas a decirme?

— No —sentenció mientras se levantaba y el contrario se sentaba en la cama, confundido —, sólo debes decirme si tienes límites, Jaemin.

— No, sólo haz lo que quieras —concedió mordiéndose apenas el labio, quizá emocionado, impaciente e intrigado, porque estaba seguro de que sería algo jodido, y él no tenía problemas.

Si había recibido mordidas, azotes y las manos ajenas en su cuello, ¿por qué tendría límites ahora? Incluso se hubiera sentido decepcionado de ser lo contrario, porque él no había cambiado para nada su forma enfermiza de follar, esa que sólo Jeno conocía. Para él estaba bien cualquier cosa.

— ¿Seguro? —insistió el castaño mientras acariciaba su mejilla, esperando ver duda y hasta temor en el rostro del pelinegro, pero éste sonrió y asintió firmemente mientras acariciaba su costado con cariño, todavía sentado al borde de la cama con Jeno de pie.

— Haz lo que quieras —volvió a decir sin borrar su expresión anhelante.

Jeno se inclinó y lo besó suavemente, luego se alejó y fue hasta su armario para buscar algo, cuando lo obtuvo no demoró en regresar con el pelinegro que lo miraba expectante.
Jaemin miró la corbata oscura entre las manos del contrario, meciéndose apenas mientras una sonrisa ladina se asomaba por los labios de Jeno.

Eso lo usaba para ocasiones especiales, y definitivamente ésta lo era, aunque obviamente las circunstancias eran distintas.

Jaemin no necesitó que le dijera algo, sólo alzó sus manos juntas y en silencio miró las manos ajenas atar las suyas.

falsa inocencia ♡ nomin ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora