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Laslie pasó al frente por pedido de la profesora y se apoyó contra la pizarra tomando su tarea entre sus manos.

-Lea, Smith.- dijo la mujer y ella bufó.

-Mi nombre es Laslie Smith, se supone que este debería ser un ensayo de 100 palabras describiendo mi vida pero no hay vida que describir. Todos saben lo que es necesario saber, tengo 16 años y asisto a la secundaria West, le soy indiferente a mis compañeros y ellos a mi. Por alguna estúpida razón, la gente me mira mal pero no es algo que me interese lo suficiente como para preocuparme. Saco buenas calificaciones y no genero problemas, cosa que seguramente la profesora va a cuestionar ya que estoy boicoteando su tarea, pero dejeme decirle que, simplemente, no me interesa hablar de mi vida a nadie.- leyó la chica y miró a la profesora.- Son más de cien palabras, si quiere leerlo es todo suyo.

La profesora la envió a su asiento e hizo pasar al siguiente.

-Te crees muy inteligente, pero ni te imaginas lo estúpida que sos.- dijo alguien a su espalda cuando ella salió del salón.

-En realidad, es el mejor ensayo que escuché en el día de hoy.- dijo la profesora.

Laslie ignoró las palabras que llegaban a sus oídos y siguió su camino. Al salir de la escuela subió a su moto, que había dejado a dos cuadras de distancia, y se dirigió a su departamento. No le gustaba que se hablara de ella, por eso, prefería guardar silencio, no dar temas de conversación y que todos sigan pensando que ella era una nerd sin vida que desaparecía fuera de la escuela.

Se detuvo en la puerta del edificio y estacionó la moto, subió lentamente sin prestarle atención a nada en particular. Pisó el último escalón y se encaminó a su departamento, encontrando unas valijas y unos pies sobresaliendo de ellas.

-No puede ser. -susurró ella incrédula.- ¿Adam?

El chico se puso de pie, rápidamente, y se acercó a ella. Su cabello rubio estaba más largo de lo que ella recordaba, y sus ojos verdes, iguales a los de ella, se veían con mucha mas vida que aquella noche en que se despidió de ella, para jamás volver. Pero ahí estaba ahora, frente a ella, con la vista fija en sus ojos.

-Hola, Laslie.- susurró él con una pequeña sonrisa.

-Dios mio, Adam.- dijo ella rodeándolo con sus brazos.- No creí que fueras a volver.

-Pero estoy acá.- dijo él.- Creciste muchísimo.

-Fueron dos años.- dijo ella.

-Me costó un montón encontrarte. ¿Con quién estás viviendo?- preguntó él de golpe.

-Vivo sola, Adam.- dijo ella.

-¿Qué?-preguntó él incrédulo.-Pero tenes solo 16 años.

-Si, y se arreglármelas sola.- dijo ella, algo molesta.

-Está bien, no quiero pelear.- dijo él.- Voy a quedarme, ya no voy a irme.- dijo él, acariciándole la mejilla y sonriéndole.

-¿Y qué estamos esperando? Quedate conmigo, es un lugar grande.- dijo ella tomando las llaves y abriendo la puerta.- Dios, Adam, no puedo creer que estés acá.

Entre los dos, entraron todas las cosas de él. Ella lo llevó a la que sería su habitación. Ella cambió su ropa y salió del cuarto.

-Tengo que irme, es tu casa ahora.- dijo ella y salió dejando una copia de las llaves en la mesa.

Esa tarde, su jefe la vio mas animada que nunca, pero no preguntó el motivo solo la observó. Cerraron a las 10:30 esa noche y ella subió a su moto luego de recibir la paga del día. Condujo a su casa y estacionó su motocicleta topándose con el que, ella sabía, era el Audi de su hermano. Jamás había subido las escaleras tan deprisa, jamás había estado feliz de cerrar temprano y volver a casa. Abrió la puerta y un delicioso olor a pizza inundó sus fosas nasales.

-Hola, llegué.- dijo ella dejando sus llaves.

-Hola, mi vida.- dijo su hermano desde la cocina.

-¿Estás cocinando?- preguntó ella, abrazándolo por la espalda.

-Si.- dijo él con una sonrisa.- Laslie. ¿Cómo estás vos? No sos la misma de hace unos años.

-Solo... cambié.- dijo ella.

Su hermano volteó y la rodeó con sus brazos. Ella recostó su cabeza en el pecho de él.

-Pasaron dos años desde la última vez que me abrazaron.- susurró la chica.-¿Por qué volviste, Adam?

-Estaba en Venecia, tenía un lindo lugar aunque algo desordenado. Decidí que tenía que organizar un poco mis cosas, y así lo hice. Cada cosa, cada foto, cada recuerdo te traía a mi mente. Llamé a todos en la familia pero nadie sabía nada de vos, así que decidí que ya era hora de volver, de hacer lo que tendría que haber hecho hace dos años pero no hice. Tenía que volver, tenía que cuidarte. Ya no soportaba seguir lejos tuyo.- dijo él, acariciándole el pelo.

-No te das una idea de lo que te extrañé, de lo que te necesité.- dijo ella.

Él le besó la frente y sonrió.

-Estoy acá ahora.- dijo él.- Y no pienso irme.

A los pocos minutos, él sirvió la cena y ambos se sentaron a la mesa. Ella revisaba los cajones en busca de los cubiertos pero no los encontraba.

-¿Vos comes acá?- preguntó Adam frunciendo el ceño.

-No.- dijo ella.- A veces como algo en el trabajo.

Adam guardó silencio, mirándola incrédulo. Luego de la cena, ella entró en su habitación y salió al balcón, sentándose en la baranda con un cigarrillo encendido entre sus dedos. Miraba las luces apagarse mientras la brisa hacía danzar a su pelo.

-Laslie.- dijo Adam, tomándola por la cintura.- ¿Qué haces?

-Tranquilo.- suspiró ella.- Es imposible caerse.

-¿Estás fumando?- la incredulidad en su voz hizo que ella apagara el cigarrillo. La chica bajó la vista, avergonzada.- Laslie, mirame.- ella obedeció viendo el dolor en los ojos de su hermano.- ¿Qué pasó?

-Nada.- susurró ella negando y apartando la mirada.

Adam sentía como su corazón se rompía un poco mas al verla. ¿Qué había pasado con su hermanita? Él acababa de cumplir 22 años, quizá para él todo había sido más sencillo, después de todo, él había escapado pero ella se quedó ahí y lo que había sucedido en la vida de la chica durante esos dos años era un misterio para él.





No es quien dice serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora