La casa de Issac Gray era, simplemente, impresionante. Una reliquia, a decir verdad. Se decía que, antiguamente, había pertenecido a una de las familias más adineradas de todo Londres. Laslie jamás había podido acostumbrarse a cruzar esas puertas.
-Es solo una casa, Laslie.-dijo Issac, que aún estaba molesto.
-No. No digas que es solo una casa.-dijo ella, apuntándolo con su dedo.-Vamos, Issac, este lugar es un sueño. Trae a cualquier nena entre tres y diez años, van a preguntarte qué princesa vive acá. Es impresionante.-miraba las enormes arañas que lo iluminaban todo a medida que avanzaba.
-Sos la única princesa que pisó y va a pisar este lugar.-lo escuchó susurrar. Lo miró de reojo y supo que él no era consciente de que lo había pronunciado en voz alta.-¿Podrías seguirme?
Laslie avanzó detrás de él y, por un momento, vio a Bastian metido en ese traje. Sin poder contenerse, lo abrazó por la espalda. Sintió como, hasta el último músculo de Issac, se tensaba y cayó en la cuenta de que, quizás, había sido inapropiado. Quiso apartarse pero él la sostuvo por las muñecas, deslizando por ellas hasta llegar a sus dedos. Los entrelazó suavemente y se relajó. Había detenido su paso y cerrado los ojos. Laslie dejó que su mejilla se recostara en la espalda de él y ajustó sus brazos con suavidad.
-¿Sabes?-dijo Issac.-Creí que nunca ibas a hacerlo. Creí que nunca ibas a mostrarme la mínima muestra de afecto. Se siente mejor de lo que creía.
-Creciste, Issac.-murmuró ella.-Creo que quiero a este Issac que se preocupa, y no al patán que me hacía los días imposibles y me presentaba con todos sus amigos como si fuera una cosa.
-Todos crecemos en algún momento, Laslie.-dijo él y volteó con suavidad. Cerró sus brazos en torno a ella.-Vos creciste. Ahora tenes todos estos... tatuajes y aros. Todos cambiamos.
Ella pensó un instante en Bastian y sintió los dedos de Issac en su mejilla. Lo miró fijamente y se paró en puntas de pie, rozándole los labios con suavidad.
-Laslie.-susurró él y se aproximó para besarla.-Necesitas hielo.-dijo sobre sus labios.
Caminó hacia la cocina, aún rodeando su cintura, y apoyó el hielo en su mejilla, a la vez que la observaba fijamente.
-Sos lo único bueno que salió de haberme convertido en un chico más agradable.
-Bastian se fue.-confesó ella, como respondiendo al comentario que él había hecho al comienzo de la noche.-Supongo que todos se van.
-Estamos los que volvemos.-dijo él y ella sonrió suavemente.
-Que viven en castillos de princesas.-comentó, haciéndolo reír.
-¿Tendría que llevarte a casa? Digo, para cuidar las impresiones.
-Eso estaría bien.
-¿Volverías a usar ese vestido para mi?-preguntó mientras se encaminaban a la puerta.
-Tengo un pequeño lugar en mi armario que podría gustarte.-sonrió ella.- Un vestido azul, corto. Ah, el de encaje blanco o el plateado. El vestido rojo.-fingía recordar con sorpresa.
-Creo que no soy el único que extrañaba.-rió él, abriéndole la puerta del auto.
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No es quien dice ser
Teen FictionLaslie Smith es la chica mas odiada del instituto, no hay quiera estar con ella. No solo es rara, sino que nadie sabe nada de ella. Los populares la odian porque ella sabe como cerrarles la boca y los demas, son arrastrados por ese sentimiento que l...