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Laslie entró en la casa. El cabello rubio le caía por la espalda, sobre la tela del precioso vestido azul con pequeños brillos que resplandecían cuando la luz pasaba por ellos. Bastian la recorrió con la mirada y Emer le lanzó un vistazo mientras la abrazaba.

La chica lucía perdida, desorientada en ese mar de gente. Una mano tomó la suya pero no se atrevió a mirar de quién se trataba. La gente bailaba a su alrededor, empujándola sin notarlo, apartándola cada vez más de la puerta. Si, esa fue la entrada de Laslie Lodge a la fiesta de cumpleaños de Emer. Entonces se dejó llevar, bailando con esa multitud con una pequeña sonrisa y los ojos cerrados.

Bastian la seguía observando, sin el menor reparo. Emer dejó una botella en su mano y lo empujó hacia la pista.

-Llevala arriba antes de que esto explote. No vas a dejarla en la marea de espuma, ¿Cierto? Nos encontramos en mi cuarto y vamos a mi casa. Si. Vas a tener todo para vos mientras yo soluciono el tema con la policía y me llevo, accidentalmente, las llaves.

Antes de que a su amigo se le pasara siquiera la sorpresa, Emer desapareció. Entonces vio la espuma y se acercó a Laslie. Estaban cerca de la escalera, a tan solo unos pasos. Eso era bueno. Midió la espuma, subía con rapidez por las piernas de los invitados. Laslie abrió sus ojos, asustada y clavó los ojos en la escalera. Entonces él supo que era hora de acercarse.

-Vamos.-murmuró en su oído, tomándola por la cintura.-La máquina está rota. Vamos a ahogarnos en espuma. Tenemos que subir.

Ella se tensó por completo, sin embargo, avanzó hacia la escalera. Bastian vio como la empujaban, pegándola más a él. Laslie se aferró a sus manos. Temía perderlo. El joven sonrió de costado, haciendo que uno de sus hoyuelos se marque al instante. La tomó con más firmeza y siguió avanzando. La espuma ya le llegaba por la cintura a él y por encima del estómago a ella. Sus brazos estaban bajo esa capa de espuma pero, a pesar de eso, él podía sentir como sus finos dedos le presionaban las manos, como atemorizados.

Alcanzaron la escalera y él tuvo que sostenerla cuando ella casi resbala. La música estaba muy alta y todos reían y bailaban. Laslie los miró y siguió subiendo, seguida por Bastian, quien fruncía el ceño por el temor de ella. Pasó delante de la chica y entró en el que, antiguamente, había sido el cuarto de Emer.

-¿Estás bien?-preguntó, sin mirarla.

-No tenía planeado encontrarte.-musitó la chica, frotando su cuerpo para sacar toda la espuma.

-A pesar de eso, no parecía que quisieras soltarme.-dijo, mirándola de reojo, como quien confiesa una travesura.

-Bastian...

-Tenemos que irnos.-dijo Emer, al entrar y verlos.-Llegó la policía. -ninguno de los dos se movió.- Bastian, tenemos que irnos.

Este tomó a Laslie por la cintura y miró la ventana. Emer salió y, luego, el de los rizos la ayudó a ella. Laslie parecía segura de lo que hacía, aunque Bastian había visto cómo tomaba la tela del vestido una y otra vez, en gesto nervioso.

-Quiero ir a casa.-susurró ella, una vez en el auto.

-Laslie, mi departamento está más cerca.-dijo Emer.- Tengo que volver a la casa. ¿Podes... podrían quedarse ahí hasta que solucione todo?

Bastian la miró de reojo. Era estúpido, ella podía decir que no, irse por su propio pie. Emer no había planeado algo alucinante, después de todo. Había una falla que le costaría todo. 

-Está bien.-murmuró Laslie, abrazándose a su misma.

El de los ojos esmeralda notó la piel erizada de sus brazos. Estaba mojada y tenía frío. Sin poder pensarlo primero, la rodeó con su brazo, pegándola a su pecho. Laslie quiso negarse pero se sintió tan a gusto con el calor que emanaba el cuerpo de él, que no se atrevió a moverse. Se acomodó más cerca de él y suspiró al verlo sonreír.

-Nunca me había fijado en lo bien que se siente abrazarte cuando tenes frío.-murmuró él.

Esperaba algún tipo de reacción que le dijera que sería imposible volver a sentirla tan cerca, sin embargo, todo lo que vio fueron sus ojos crisparse por unos momentos antes de que ella los cerrara y respirara profundo. Ajustó más sus brazos en torno a ella y miró por la ventana. ¿Por qué Laslie no respondía?¿Qué había pasado?



No es quien dice serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora