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Por la tarde, ambos asistieron al gimnasio. Emer no había ido pero Bastian ni siquiera lo había notado. Muchos la miraban y Bastian sentía la necesidad de golpearlos a todos.

-No subas al ring.- pidió él.- No es necesario. Practiquemos con los sacos. ¿Si?

-Está bien.- suspiró ella y él le colocó un mechón de cabello detrás de la oreja.

-¿Qué te pasó, Dankworth?¿Ya te olvidaste de mi?- preguntó Rowan. Todos voltearon a verlos.

Bastian soltó una carcajada y rodeó a Laslie con su brazo. Sabía que Rowan quería hacerle daño así que era mejor prevenir.

-Vos sos la única que no lo superó, Rowan.- dijo él- ¿Cuántos años teníamos?¿Diez?

La chica se puso roja de la ira y salió sin decir una palabra.

-Da miedo.- susurró Laslie y Bastian rió.- Parecía que iba a explotar.

-Vos porque no te viste roja, tomatito.- ella lo miró mal.- ¿Qué? Sos adorable.- luego soltó una carcajada.- Nunca creí decir eso en un lugar así.

-Vamos a entrenar, Bastian.- dijo ella reprimiendo una risita.

Ya estaban terminando cuando él soltó una pequeña risa.

-¿Qué?- preguntó ella.

-Lo tenes todo,- dijo él.- el aspecto de chica mala que pelea, la delicadeza de una bailarina, la frialdad y la dulzura.

Ella se detuvo de golpe y bajó la vista.

-Todo tiene su razón.- susurró ella.- Supongo que son las cosas en las que uno se mete. ¿No?

Él notó un poco de dolor en su voz y se paró delante de ella.

-¿Cosas como qué?

-Como ver como tu supuesto padre mata a tu supuesta madre frente a tus ojos.- dijo ella sin poder mirarlo a los ojos.- Te espero afuera.

Corrió a las duchas y, en menos de dos minutos, ya estaba fuera, lista para irse. Había lágrimas en sus ojos que ella no dejaba salir y un cigarrillo entre sus dientes. Un auto, que se le hacía familiar, pasó delante de ella y se detuvo de golpe.

-¿Alec?- murmuró ella al verlo. Su ceño se frunció cuando él corrió hasta su lado.

-La dirección.- dijo él.- La dirección que te dio tu mamá. Yo vivo ahí desde que nací. Mis papás murieron en un accidente hace 16 años cuando iban rumbo al hospital. Mi hermanita iba a nacer.

Había lágrimas en los ojos de Alec y la miraba intensamente. El cigarrillo se resbaló de las manos de ella.

-¿Qué pasa acá?- preguntó Bastian con voz ronca, saliendo del gimnasio.

-Eso es imposible, Alec.- dijo ella.

-Yo también lo creía. Pero es así, Laslie.

Bastian los miraba sin entender. Se paró junto a ella y le pasó el brazo por la cintura.

-No estoy lista.- soltó ella pegándose mas a Bastian.- Alec, yo...

-Solo dame una oportunidad.- pidió él.

Bastian abrió los ojos como platos y la miró a ella.

-Intentemoslo, pero no nos apresuremos.- dijo ella.

Bastian se alejó echo una furia y subió al auto.

-Gracias.- dijo Alec, abrazándola.- Me gustaría que pasaras por la casa cuando estés lista.

Ella asintió mientras veía como el auto de Bastian se alejaba.

Ella caminó hasta la casa, pero él no estaba. Se sentó en la entrada, recostándose contra la pared. ¿Qué podría haber hecho que se enfureciera de ese modo?

Bastian llegó cerca de las dos de la mañana. No venía borracho ni drogado. Tampoco parecía haberse divertido ya que tenía sangre en el rostro.

-Bastian.- dijo ella poniéndose de pie preocupada.

-¿Qué?- preguntó él, brusco.- ¿No podías quedarte en la casa de tu noviecito?

-¿Qué?- preguntó ella confundida.

-Le diste una oportunidad, justo adelante mío.

Entonces ella lo comprendió todo y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. ¿Bastian estaba celoso?

-¿De qué te reís?- preguntó él, furioso.

-Alec, al parecer, es mi verdadero hermano.- dijo ella.- Lo decía en una carta que me dejó mi mamá junto a los papeles de adopción.

-¿Qué?- preguntó. Ahora el que no entendía era él.

-Que te pusiste celoso de mi hermano.- dijo ella.- Bastian. ¿De verdad pensaste que estaba con alguien mas?

Él bajó la vista avergonzado y ella rió suavemente.

-Tontito, tontito, tontito.- sonrió ella y luego le besó la mejilla.- Como te quiero.

Él sonrió y abrió la puerta dejándola pasar.

-Te quiero tanto.- dijo él, rodeándola con sus brazos.

-¿Dónde te habías metido?- dijo ella mirando la sangre preocupada.

-No importa.- suspiró él.

-Quedate acá que voy a buscar algo para limpiarte.

Volvió con lo necesario y empezó a quitar la sangre cuidadosamente, temiendo encontrar alguna herida y lastimarla mas.

Mientras sus delicadas manos se encargaban de curarlo, Bastian, no podía dejar de mirarla. Era tan hermosa, tan delicada, tan dulce, tan perfecta. Él sabía que esos ojos guardaban muchos secretos y mucho dolor que él iba a hacer desaparecer poco a poco. Porque la quería, por alguna rara y loca razón, Bastian Dankworth estaba rompiendo su promesa de jamás volver a enamorarse.





No es quien dice serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora