XLIV - Desesperanza

1K 83 55
                                    

Cuando Crowley vio a su madre desviar súbitamente su mirada a un lado, casi como si alguien le estuviese hablando al oído, y luego alejarse en un elegante trote hasta su roble encantado, supo de inmediato que algo extraño estaba ocurriendo: Rowena no se apresuraba por nadie, mucho menos en la mitad de la noche.

Intrigado, el omega se puso de pie para espiar a través de la ventana de la cabaña, permaneciendo imperturbable ante la repentina desaparición de la mujer en la oscuridad, y aguardó algunos momentos, sabiendo que pronto obtendría algún tipo de respuesta...

Lo que no esperó fue que esa respuesta incluyese a Dean Winchester apareciendo junto a la bruja en medio del bosque, junto con su indomable caballo negro.

—Por aquí, alteza —La mujer indicó al príncipe una con empalagosa amabilidad una vez que éste logró calmar a su montura, pero el muchacho parecía demasiado tenso y agitado para seguir su juego, y sólo negó con su cabeza.

—No puedo quedarme. Sólo necesito pedirte una poción y me iré de inmediato.

Con un suspiro cansino, Crowley puso sus ojos en blanco y decidió interceder antes de que su madre intentase aprovechar la oportunidad para deslizar su magia negra entre las incautas manos del omega una vez más. Si no lo hacía, Robert probablemente lo mataría, pensó con resignación.

—¿Le parece prudente, alteza? —su pregunta resonó con suavidad en el pequeño claro del bosque mientras se les acercaba. De inmediato, un aura de alarma envolvió al joven príncipe, pero Crowley no se inmutó.

—¿Qué haces tú aquí? —El muchacho gruñó.

—Impedir que cometas una idiotez, por empezar...

—Fergus, deja de interrumpir nuestros negocios —Rowena lo reprendió en un murmullo cargado de amenaza—. El Príncipe Dean necesita una poción, y yo--

—Y si tú te atreves a darle uno de tus brebajes prohibidos, Robert te quemará personalmente en la hoguera, madre. No creo que te convenga eso...

—Me tiene sin cuidado lo que ese alfa grosero opine; no puede ordenarme lo que debo o no hacer. ¿Qué poción desea, alteza...? ¿La que conversamos anteriormente, tal vez?

—Madre... —El omega insistió a modo de advertencia.

—N--No, no esa —Dean los interrumpió incómodo, y la mujer apenas pudo disimular su decepción—. Lo siento, no tuve oportunidad de decírtelo antes, pero ya no voy a precisar esa poción...

Crowley no pudo evitar que una pequeña sonrisa tirase de la comisura de sus labios al oír eso. El Maldito Robert se había salido con la suya después de todo... Al menos en lo referente a encontrar a Dean y disuadirlo de su plan. Algo más había tenido que salir mal si el omega estaba allí en esos momentos, a la mitad de la noche y completamente solo.

—Lo siento, alteza, pero usted me pidió específicamente esa poción —Rowena repuso en actitud reprobatoria—, y yo cumplí en prepararla. ¡No esperará que haya gastado ingredientes tan valiosos a cambio de nada!

Al notar la expresión vacilante en el rostro del omega, Crowley decidió que había tenido suficiente, y optó por intervenir.

—Vieja bruja, la paga que ibas a pedirle por esa pócima no iba a comprarte ninguna hierba, y lo sabes. Deja de intentar embaucar al muchacho para quedarte con su alma.

—¡¿Mi qué!? —Dean exclamó dando un paso atrás.

—Fergus, tú siempre metiendo tu nariz donde nadie te llama... —La mujer murmuró entre dientes— Jamás haría una cosa así, ¿por qué clase de hechicera me tomas? Simplemente esperaba algún tipo de gratitud de parte de Su Alteza... Después de todo, alguien en su posición podría ofrecerme algo más que oro a cambio de mis servicios, ¿no es cierto?

La Manzana Prohibida (Destiel Omegaverse AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora