XVII - El regalo

2.1K 315 460
                                    

-¡Maldita sea! -Dean gruñó desde el diván en que estaba sentado, sobresaltando a su ayuda de cámara, quien doblaba sus camisas limpias para guardarlas en su armario.

-¿Alteza...? -Inquirió con cautela, a sabiendas de que el humor de su señor no estaba por todo lo alto ese día.

-Lo siento Garth. Es esta basura... -Gruñó frustrado, peleando con el retazo de tela que sostenía en sus manos a medio coser. -¡No soy bueno con estas cosas de omega!

-¿Qué es lo que está haciendo, Alteza? ¿Puedo ayudarlo, tal vez?

-No, gracias... sólo soy demasiado torpe con esta estúpida aguja.

-Si quiere puedo llevarlo a las costureras--

-No Garth, no te preocupes. Quiero... quiero hacerlo yo. -Dean repuso, ceñudo, mientras se esforzaba por mantener una línea recta en su costura, sin éxito.

Era la primera vez en su vida que cosía algo, pero había visto a las costureras del castillo hacerlo tantas veces que no le parecía tan complejo. Sólo esperaba terminar el condenado muñeco de felpa antes de que el mismo terminase empapado con la sangre que derramaban sus dedos cada vez que se los pinchaba con la aguja, o el pobre Jack terminaría traumado...

Dado que ya no podría cumplir la promesa de volver a verlos, al menos quería que el niño tuviese los muñecos que le había prometido. Se los merecía.

Pasó buena parte del día destrozando una vieja manta a fin de convertirla en un ejército de muñecos, pero al finalizar tuvo en sus manos un sólo monstruo deforme, mitad ardilla y mitad alce, con grandes ojos y piernas deformes.

-Viejo, eres horripilante. -Le dijo a su creación con una muesca de asco, cortándole los últimos hilos para que estuviese listo y preguntándose en qué momento el tierno osito que tenía en mente se había convertido en esa aberración. Justo en ese momento Garth volvió a entrar en el cuarto, riendo enternecido ante la frustración patente en el rostro del príncipe.

-Oh, ¡mire qué bonito quedó! -Exclamó entusiasta. Dean lo observó con gesto miserable.

-Eres pésimo mintiendo, Garth...

-Para nada, es un muy simpático osito, Mi Príncipe. -El beta afirmó, haciendo que el omega se animase un poco. -¿Cómo lo llamará?

-¿Llamarlo? -Dean inquirió, confundido. -N--No voy a nombrarlo, sólo... lo regalaré.

-¿Y su futuro dueño no querrá que tenga un nombre cuando lo reciba?

-P--Pues no lo sé, que él lo decida. -El omega repuso, esquivo. Desde su discusión con Gabriel esa mañana sentía que su ayudante se estaba comportando de forma sospechosa con él, y eso no le gustaba nada. -En fin, lo envolveré en las telas sobrantes y...

-¿Desea que lo lleve a alguien en particular, Alteza? -Garth se ofreció con una reverencia.

-Pues... -Dean dudó. Ciertamente querría llevar su regalo a Jack personalmente, pero sabía que eso sería poco prudente.

-¿Y bien, Alteza...?

-No. -El omega sentenció, determinado. -Voy a confeccionar algunos más, y luego veré qué hacer con ellos. Gracias, Garth.

-No hay de qué, Mi Príncipe. -El beta repuso, servicial, despidiéndose con otra reverencia antes de marcharse.

Dean envolvió todo lo cuidadosamente que pudo el deforme muñeco y lo escondió con esmero bajo su capa. Luego se acercó a la ventana por la que normalmente huía, pero justo antes de abrirla lo recordó: ¡Los pasadizos! Feliz, comió un último bocado del pie que Cas le había enviado más temprano y se dirigió al enorme tapiz que cubría la salida secreta. ¿Cuánto podría tardar en llegar a destino por ese camino desconocido...?

La Manzana Prohibida (Destiel Omegaverse AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora