XXXVII - Destino

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Un fuerte golpeteo en la puerta despertó a Bobby, quien dormía plácidamente en su cama luego de una noche agotadora.

Lentamente el alfa se puso de pie, se fregó los ojos y caminó hasta el umbral, abriendo sólo lo suficiente para poder ver de quién se trataba.

-Milord, Su Majestad ordena que se presente ante él de inmediato. -El guardia al otro lado indicó, solemne. Bobby asintió con un gruñido y volvió a cerrar la puerta, demasiado cansado para discutir por la hora o la urgencia del llamado.

-¿Quién rayos era...? -Una voz rasposa sonó a sus espaldas y el corazón del alfa dio un vuelco al reparar en la presencia de su omega allí.

Soñoliento, despeinado y con un indiscutible aura de contento alrededor, la imagen de Crowley desnudo en su cama era todo lo que necesitaba para ser feliz, especialmente luego de que se hubiesen reconciliado durante largas horas la noche anterior. Bobby aún no podía creerlo.

-El rey quiere verme -explicó con un encogimiento de hombros, recogiendo algunas de las prendas tiradas en el suelo para volver a ponérselas. -Supongo que va a volver a ladrarme por no haber encontrado aún al muchacho.

-¿Y por qué mejor no lo busca él mismo? Idiota holgazán...

El alfa rió. Hacía años que no oía al duque hablar de esa manera sobre Su Majestad.

-Ya conoces a John. Prefiere que los demás se hagan cargo de sus problemas.

-Básicamente necesita tener a quien culpar por su inoperancia. -Crowley lo corrigió estirándose como un gato satisfecho en el lugar pero soltando una súbita exclamación de incomodidad al hacerlo. -Diablos, Robert, ¿no te sería más cómodo dormir sobre rocas directamente?

-¿Disculpa? Nunca antes te habías quejado de mi cama.

-Sí, bueno. -Crowley gruñó poniéndose de pie y echándose su túnica encima- La última vez que me acosté en ella era varias décadas más joven... Mi espalda ya no es la misma, ¿sabes?

-¿De veras? -El alfa lo provocó -A mi me pareciste bastante jovial anoche...

El omega tuvo la decencia de ruborizarse antes de contestar.

-Tú no estuviste mal tampoco... considerando que ahora eres un viejo panzón y arrugado.

-¿Te miraste en un espejo últimamente, cariño? Tú tampoco eres ningún mozuelo ya...

-Cállate. -Crowley repuso, ofendido; pero Bobby no pensaba desaprovechar aquella oportunidad única de molestar nuevamente a su omega.

-Si tan solo no me hubieses evadido los últimos veintitantos años de tu vida, podrías haberme aprovechado cuando aún no tenía arrugas... -Canturreó mientras se ajustaba el jubón, más feliz que lo que había estado en siglos. Crowley lo observó con descaro y se le acercó sin mediar palabra, alisándole la prenda sobre el pecho en forma casi mecánica; como si no hubiese pasado un sólo día desde la última vez que lo había ayudado a vestirse de esa manera.

-Deja de molestarme con eso, Robert Singer. -Gruñó -Estoy aquí ahora, ¿cierto?

-¿Eso quiere decir que luego no lo estarás...? -El alfa inquirió en un quedo murmullo, rogando por que no se trasluciese el miedo en su voz. Aunque sería inútil, se recordó a si mismo: El omega lo conocía como a la palma de su mano.

Crowley soltó un murmullo pensativo y lo miró a los ojos, y por un instante Bobby creyó ver un leve destello de ternura en su mirada. Finalmente, el duque se llevó la mano hasta su túnica y tiró de la tela para exponer la curva de su cuello.

La Manzana Prohibida (Destiel Omegaverse AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora