IV - En sus sueños

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Dean miró alrededor pero no reconoció dónde se encontraba. Todo estaba muy oscuro.

Quiso llamar por ayuda pero su grito se perdió en la nada; quiso correr pero temía caer al no ver lo que tenía delante; quiso enojarse... pero algo en ese lugar lo hacía sentir seguro.

Suspiró, resignado a aquella intensa penumbra, cuando de pronto su olfato captó ese aroma, su aroma, y Dean sonrió. Sin previo aviso, un fuerte par de manos le cubrió los ojos desde atrás, y el omega rió.

-No necesitas cegarme, de cualquier forma no veo nada...

Tras él, aquella profunda y hechizante voz le hizo cosquillas en el oído.

-Quizá sólo quería una excusa para tenerte más cerca... -Susurró, provocando que el omega se estremeciese entre sus brazos.

-N--No puedo decir que esté en desacuerdo con eso... -Balbuceó con un hilo de voz, recargándose sobre el alfa hasta sentirlo pegado a él por completo.

Castiel deslizó sus manos hasta tomar al omega por la cintura y hacerlo voltear. Entonces lo aprisionó entre sus brazos y acercó su boca a la curva del cuello de Dean, donde su fragancia se concentraba, embriagadora.

-Eres... exquisito. -El alfa murmuró, su voz casi convertida en un gruñido. El joven príncipe frente a él falló en contener un gemido al oírlo. -Podría devorarte...

-Nada te detiene... -Dean se oyó a sí mismo soltar semejante invitación y jadeó, sorprendido. ¡Sus hormonas debían estar desbocadas para sugerir algo así! ¡Ni siquiera conocía a ese tipo...!

...Pero por dios que desde que lo había visto no había podido pensar en otra cosa.

Castiel depositó un suave beso en la tersa piel del muchacho, y las rodillas de éste parecieron volverse de gelatina. Luego, elevó su rostro hasta que sus respiraciones se chocaron, y eliminando la escasa distancia restante entre sus cuerpos, por fin lo besó.

Fue un beso ardiente, profundo, casi desesperado. Sus bocas se fundieron tan armoniosamente como si hubiesen estado ensayando para ese momento todas sus vidas; sus manos se aferraron como si no quisieran dejarse ir nunca; sus respiraciones se entremezclaron y sus latidos se acompasaron y, en el interior de cada uno, el alfa y el omega aullaron de placer.

Habían nacido para eso...

Con un intenso gemido nacido de sus entrañas, Dean abrió los ojos y se encontró mirando el oscuro dosel de su cama sobre él. Tardó varios segundos en comprender dónde se encontraba, y en cuanto lo hizo una inmensa decepción se apoderó de él: Todo había sido un sueño.

Frustrado y excitado, cubrió su rostro con sus manos y bufó. ¡Había sido tan real...! Y tan perfecto...

Pasó varios minutos intentando volver a dormirse, rogando por poder continuar la sensual experiencia aunque más no fuese en sueños, pero por más que lo intentó ya estaba demasiado despierto. En particular cierta área de su cuerpo no parecía tener ninguna intención de relajarse (sin ayuda al menos) luego de una visión semejante.

Acalorado y furioso, el omega hizo a un lado sus mantas y tomó en su mano su palpitante erección. Luego cerró sus ojos y dejando volar su imaginación, se dispuso al menos a revivir la fantasía que su mente tan hábilmente había creado...

En cuestión de segundos se estaba deshaciendo en gemidos ahogados, evocando el beso de aquel irresistible alfa, quien con sólo un encuentro lo había alterado como nadie nunca en toda su vida.

-Es realmente peligroso... -Pensó momentos después, en la cumbre de su éxtasis. - ...Necesito volver a verlo.

° ° °

La Manzana Prohibida (Destiel Omegaverse AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora