IX - Promesa

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Dean sintió los brazos de Castiel rodeándolo con firmeza mientras éste saqueaba lentamente su boca, y por su acalorada mente pasó un inesperado y cursi pensamiento: Se sentía seguro allí.

Sorprendido por su descubrimiento, decidió disfrutar de dicha sensación sin restricciones. Después de todo, ese era el fin de sus paseos fuera del castillo, ¿cierto? Disfrutar la vida.

El alfa retrocedió sin dejar en ningún momento de besar a Dean, hasta quedar apoyado contra el mostrador del local, y separando las piernas acunó cómodamente al omega entre ellas para poder apresarlo entre sus brazos y así saborearlo a sus anchas. Recorrió con sus manos la curva de la espalda del joven, arrancándole un quedo gemido al hacerlo, y cuando se hubo asegurado de eliminar cualquier espacio restante entre ambos, lo aferró con fuerza por la cintura y lo inmovilizó allí. Pegado a él.

El príncipe sintió como el omega en su interior vibraba, dócil y predispuesto, y aunque siempre había estado en desacuerdo con aquella parte de su persona, esta vez no pudo sino perderse en aquellas sensaciones él también. Castiel era increíblemente irresistible; sus labios persuasivos; su aroma el más exquisito que hubiese sentido jamás. Podía saborear la dulzura de su lengua y sentir el intenso calor que su cuerpo despedía, y besándose como lo estaban haciendo... Dean no necesitaba nada más.

Mientras permanecía totalmente embriagado por las placenteras sensaciones que el alfa le generaba, un diminuto llamado se coló en su mente como si viniese de kilómetros de distancia, y sólo cuando el otro se separó a regañadientes de sus labios comprendió de dónde provenía.

-¿Papi...? -Se oyó nuevamente la suave voz, llamando desde otra habitación. Castiel sonrió, con aquella sonrisa que aflojaba las rodillas del omega, y tras darle un último y breve beso se incorporó en el lugar.

-Dije cinco minutos, ¿cierto? -Murmuró encogiéndose de hombros, y se marchó rápidamente a atender al pequeño en sus demandas.

Dean se apoyó en el mostrador como Cas había estado haciendo momentos atrás y se pasó las manos por el rostro, intentando despertar a su cerebro para que bajase de la nube en que estaba flotando. Se sentía ligero y entusiasmado, y un intenso calor lo inundaba por dentro, comenzando en su vientre y subiendo hasta su pecho, donde ardía como una llama.

¿Cómo había llegado a meterse en semejante embrollo? Y lo que era más, ¿por qué no le importaba en lo más mínimo la imprudencia de sus acciones? Divertido, el príncipe decidió ignorar la catarata de reproches que sabía lo esperarían si algún día su padre descubriese lo que estaba haciendo, y con un acceso de adrenalina se dijo que valía la pena el riesgo. Cas lo valía.

Estaba distraído sintiendo aún sus labios cosquillear luego de ser tan bien besados, cuando oyó pasos acercarse, seguidos de la suave voz del pequeño alfa.

-¿Quién está, papi? ¡Ya dime!

-Lo verás por ti mismo en un segundo -Repuso su padre con una calidez en su tono que hizo que Dean suspirase involuntariamente.

El pequeño apareció en el local, despeinado y soñoliento, cómodamente sujeto en brazos de su padre. Al ver al omega, sin embargo, sus ojos celestes se abrieron muy grandes y en su rostro sonrosado apareció una enorme sonrisa.

-¡Dean! -Exclamó deslizándose hasta el piso y corriendo hacia él. El príncipe rió cuando el pequeño impactó contra su pierna en un fuerte abrazo.

-¡Niño! -Repuso agachándose a su altura y revolviéndole el cabello con cariño. -¿Cómo estás?

-¡Bien! Papi me dijo que teníamos visitas, ¡estoy contento de que seas tú! ¿Viniste por el pie?

La Manzana Prohibida (Destiel Omegaverse AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora